LOS DESCENDIENTES
Por Alicia
Cuando fui a ver ”Los descendientes”, no sabía nada de la peli, ni de su autor, Alexander Payne, salvo que era el padre de “Entre copas”, film de agradable recuerdo del que apenas conservo en la memoria un par de imágenes. Pues bien, excepto esto, y las tan traídas y llevadas nominaciones de George Clooney a todos los premios americanos habidos y por haber, a la mejor interpretación, por el papel que perpetra en esta cinta, no tenía ningún prejuicio o expectativa sobre ella. Estaba dispuesta a dejarme sorprender. Lo que nunca pude suponer es el tipo de sorpresa que me deparaba la malograda sesión de cine de ayer. Tengo que empezar por admitir algo que nunca he aseverado hasta ahora de manera tan firme e irreversible (por escrito): “George Clooney me parece un pésimo actor”. Claro, esto no se puede afirmar frente a la gente, sin ánimo de resultar excéntrica, porque el amigo George goza de gran aceptación en general y no exclusivamente entre las féminas (lo cual ha sido siempre un misterio para mí). Pero, insisto, a mí siempre me ha parecido un mal actor. He de admitir, sin embargo, que puesto que no le he visto en ninguna de las películas de cine digamos “político” que ha rodado, toda la filmografía que le conozco se compone de comedias más o menos intrascendentes, en general de buena factura. Estoy pensando en la original “O Brother!” o en la muy ingeniosa “Quemar después de leer”, de los Coen Bros; o en la más reciente “Up in the air”, por poner algún ejemplo. Y en ellas ya había observado que George se caracteriza por un gesto entre complaciente y cínico, que le acompaña indefectiblemente y que solía encajar bien con los papeles que interpretaba. Tengo un amigo cinéfilo que según sus propias palabras “ detesta a los actores que están llenos de tics”. Pues bien, George Clooney no es que esté lleno de tics, es que solo tiene uno. Siempre el mismo. Y claro, mi sorpresa se produjo cuando, ante un drama como el de ayer, veo que el tío mantiene el mismo rictus sarcástico al que nos tiene acostumbrados. El mismo gesto que exhibe hasta en el anuncio de las cafeteras. Y claro, es desconcertante, porque su papel, en esta ocasión pretende ser trágico. Cuando vi que no modificaba ni un ápice a lo largo de la película su gesto impostado de siempre, empecé a sentir ganas de reír. Tuve que contenerme, porque me hubieran tomado por chiflada en la sala, y una tiene que cuidar su reputación, pero me resultaba cómica toda la interpretación. Y toda la trama gira alrededor del personaje de George. Desde luego, de doliente esposo que sufre la repentina y prematura muerte de la esposa y que tiene que lidiar, además de con dos hijas difíciles, en edades difíciles, con la noticia de la traición de su cónyuge (se la pegaba con otro) no da el perfil. El colmo de la comicidad se produce cuando ante la confesión (de la hija mayor) del engaño de la maltrecha esposa, emprende una desesperada carrera hacia la casa de unos amigos para confirmar tan devastadora noticia. Me recuerda a Tom Hanks en su sesión de jogging de la memorable Forrest Gump. Más que desesperado resultaba grotesco. Por no mencionar las escenas en las que departe con la esposa moribunda en el lecho de muerte, incluida la escena de la despedida final. Su llanto resulta tan falso como una peseta de madera. Puesto que desconfío profundamente del buen criterio de los Oscars, que hace tiempo me parecen una muestra del cine comercial americano más mediocre, no me sorprenderá nada que le honren con el premio al mejor protagonista masculino (desconozco quiénes son sus contrincantes). Si a esto añadimos, que la gran sorpresa del cine americano más reciente, Drive, solo está nominada a dos premios (no tengo más detalles), todo me parece posible. Ahora bien, estas cosas no solo pasan en los EEUU, también nosotros tenemos lo nuestro, véase, , si no, el caso de los Goya españoles, con la acumulación de nominaciones para el último bodrio de Almodóvar, que hacen presagiar lo peor……..
Hasta aquí mis comentarios sobre Mr. Clooney. Del resto poco tengo que decir: ni me gustó el guión, en muchos aspectos inverosímil, ni me parecían creíbles los personajes, salvo las honrosas excepciones de las hijas, muy logradas las dos, en especial el papel interpretado por la joven Shailene Woodley, la mayor de ellas, o alguna aparición fugaz e interesante, como la del breve papel del primo Hugh, interpretado por Beau Brigdes. Con alguna que otra pérdida de ritmo, se hace larga. En definitiva, cuando salí del cine tenía un cierto enfado, porque procuro asegurarme de que las pelis que voy a ver, cumplen, al menos, unos mínimos que sin duda “Los descendientes” no alcanza ni por asomo. Este peli está hecha para la mayor gloria de Clooney, en homenaje a sus incondicionales. Tenía que haberlo sospechado. Y es este enfado el que me ha empujado a sentarme frente al ordenador para advertir a potenciales incautos espectadores: hay otras muchas cosas dignas de verse.
Alicia dixit
Alicia dixit