REGRESIÓN
DE
ALEJANDRO
AMENÁBAR
La última película de Amenábar
debería titularse decepción, en vez de regresión. No es la primera vez que
termino de ver una de las últimas películas de este director y no encuentro al
supuesto genio con el que tan gratuitamente hemos identificado a este cineasta.
Reconozco sus méritos en “Tesis”, cómo no, pero esas rentas están más que
amortizadas y ya no se puede vivir de ellas. La industria debería revisar
detenidamente sus proyectos, sobre todo si estos tienen el mismo nivel que sus
últimas producciones. Mejor sería invertir en nuevos talento, que tienen
difícil incorporarse a esta complicada industria, mientras personajes como
Amenábar sigan ocupando un lugar que no les corresponde por la calidad de sus
obras. Parece que en la industria cinematográfica española (una organización
muy burocratizada) se hubiese instalado “la ley de hierro de la oligarquía”
formulada por Robert Michels. Esta se sustenta en la idea de que en toda
organización existen tendencias oligárquicas ya que hay individuos que acaban
haciéndose necesarios y se perpetúan en las corporaciones impidiendo su renovación.
La película “Regresión” no
tiene ningún elemento que la haga tan atractiva como para cosechar el éxito
comercial del que ha disfrutado. Ni siquiera es una película que se haya
realizado con competencia profesional. El director necesita un baño de humildad
además de corregir cuanto antes el exceso de soberbia que demuestra al intentar,
nada más y nada menos, que hacer un thriller. Este es un género especialmente
difícil si no se quiere incurrir en el riesgo de hacer una peliculilla de serie
B de las que están inundadas las parrillas de las televisiones generalistas los
sábados a la hora de la siesta. El guion está mal enfocado, desde el principio
sabemos cuál va a ser el siguiente movimiento del protagonista. Los giros que
va introduciendo la trama los mete con calzador. La narración empieza lenta y llegado
un momento sufre una importante aceleración, algo así como si quisiera resolver
cuanto antes la historia porque no tuviera claro por dónde seguir. Para
mantener un cierto nivel de angustia en el espectador y como el guion es tan
pobre tiene que abusar de la música y del susto fácil. El exceso es de tal
nivel que más que tensión provoca hilaridad en el espectador. Lo abusivo es
fruto de exigir a los actores un alto
nivel de sobreactuación. La situación llega a tal límite que el escaso papel
que Emma Watson realiza pudiera poner en cuestión su imagen para próximas películas.
No me extraña que ninguno de los protagonistas quisieran acompañarle al
festival de San Sebastián, visto el resultado final.
No es una película fallida,
es un director que o bien ha perdido la inspiración, o bien “Tesis” fue un
simple destello de genialidad que tal y como tal como vino se fue.
Germán.