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LA VIDA MISMA.GERMÁN

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viernes, 26 de octubre de 2012

Opinión de Alicia Dixit sobre, El fraude

EL FRAUDE
DE
NICHOLAS JARECKI



Tengo que discrepar de todo lo dicho hasta aquí. Y no es que no fuera predispuesta al cine, porque iba  con el firme convencimiento de disfrutar de un thriller de calidad. Sin ideas preconcebidas  -a pesar de que el protagonista no es santo de mi devoción-   salvo la de que era, indiscutiblemente,  una digna muestra del cine de su género (ya lo había predicho  en su crónica Boyero, en el estreno en el festival de San Sebastián…..). Puede que por las expectativas que no veía cumplidas,  mi desconcierto   y mi impaciencia fueron en aumento a medida que pasaba el tiempo, y no me lograba meter en la historia. Y no, terminó la película sin pena ni gloria. Nunca llegó a interesarme lo suficiente. Todo en  ella  es absolutamente previsible. Me recordaba a “La feria de las vanidades”, pero en mediocre. Todo muy visto, muy convencional. El guión tramposo, los líos financieros están oscuros (o al menos para mí), lo que me hace suponer que no se les da ninguna importancia (historia inverosímil la de las inversiones rusas)  o que se menosprecia   la agudeza de la  audiencia, y se dejan entrever los tejemanejes, sin entrar en detalles, porque no son la cuestión central, a pesar de que toda la trama  gira a su alrededor. Desconcertante, porque no es que no te enteres, es que te  lo cuentan mal. Bueno, no deja de ser una forma de plantearlo. O puede que lo verdaderamente importante fuera la descripción de los personajes y sus relaciones. Y si esto es lo primordial, tampoco con eso se consigue entusiasmar: ni los personajes tienen el carisma suficiente, ni los actores la garra necesaria, aunque resulta  francamente difícil con una  historia tan manida. Lo de siempre, el hombre de negocios sin escrúpulos, la mujer que hace la vista gorda en tanto que no se atente contra la familia, la hija naïve que se decepciona cuando descubre  que su padre no es  el honrado hombre de negocios,  además de filántropo convencido, que ella pensaba que era, por no mencionar “ el incidente” con la artista francesa (no podía ser menos original…..) Un dèjá vu sin fin. Tenía que haberlo esperado, siendo  además Richard Gere quien lleva el peso de la película (esto sí es un prejuicio, lo admito). Pero por esta vez ha funcionado a posteriori, que conste.  Por otra parte,  tampoco Susan Sarandon tiene un papel brillante, ni la hija, ni los abogados. Si acaso  se salvan el policía (Tim Roth) o  el joven negro (desconozco su nombre)  aunque su papel resulta ser el más artificial de todos:  “para variar, vamos a poner  de bueno de la película al chico negro, en contraposición con los malvado hombres blancos… Qué yupi!! “ (tampoco el vínculo entre el protagonista y este   personaje queda claro, por otra parte).
Además, ha sido una sorpresa descubrir que Laetitia Casta no parece hacer buenas migas con la cámara,  porque además  de poco convincente, aparece bastante desmejorada o puede  que el papel de artista atormentada que interpreta, requiriera un cierto deterioro físico, no sé.
Demasiados enigmas  para un resultado tan decepcionante. No aporta nada nuevo. Vamos, lo dicho, nada del otro jueves. Se deja ver, sin más.
Alicia Dixit

domingo, 21 de octubre de 2012



TODOS TENEMOS UN PLAN

De

 Ana Pirterbarg

 

Voy a ver “Todos tenemos un plan”, con poca convicción. Acudo al olor de un thriller sugerente (este género es para mí un imán, per se, tanto en cine como en literatura) ; por la presencia en la pantalla del siempre atractivo Viggo Mortensen (todos tenemos alguna debilidad);  por la previsible buena factura del  film argentino  (según deduzco de alguna imprecisa crítica de las que tanto abundan en prensa, tras cuya lectura uno no sabe  qué opina el crítico, verdaderamente, de la película) y claro está,  por mi intuición, que es,  en mi caso, casi siempre una guía certera. Y qué me encuentro? Una historia lúcida, bien hilvanada. Un guión excelentemente trabado. Una asombrosa recreación de un ambiente y unos personajes con una vida sórdida. Una sucesión de incógnitas bien resueltas,  clave de cualquier thriller que se precie.  Una acertadísima ambientación: ni un atisbo de luz que represente la esperanza para unos personajes sin salvación; el  tono lúgubre, gris  de un paisaje más que frío, húmedo, desapacible  que enmarca a la perfección la vida miserable de unos personajes siniestros. Y  cómo no,  la maestría de unos memorables secundarios, que oscurecen, con su buen tino, el quehacer de los ganchos comerciales que son Viggo Mortensen y Soledad Villamil (“El secreto de sus ojos”,” El mismo amor, la misma lluvia” de Campanella, o “No sos vos, soy yo”, por mencionar algunos ejemplos de su ya larga filmografía). Soledad tiene un pequeño papel que no da más de sí. Viggo, con su peculiar dicción, su parsimonioso  discurso, (que supongo tiene que ver con la falta de fluidez de un segundo idioma, que aun a pesar de haberse aprendido prontamente, se pierde irremediablemente con el transcurso del tiempo), está falto de espontaneidad. Pero da igual, porque el verdadero protagonismo les corresponde a los personajes, supuestamente secundarios, protagonizados por los excelentes Daniel Fanego, Javier Godino  y Sofía Gala Castiglione. No recuerdo haber visto a ninguno de ellos en acción con anterioridad, pero transmiten una verdad  a sus personajes, que les hace inolvidables  al tiempo que dignos representantes de la más que acreditada cultura dramática argentina. Porque, en mi caso,  del cine argentino, debo decir, siempre me gustan sus interpretaciones. Incluso cuando las películas no me emocionan lo más mínimo, me dejan del todo  indiferente,  o me decepcionan abiertamente, jamás  salgo de la sala decepcionada por el  trabajo de los intérpretes. Y esto no es una percepción personal, el ingente número de brillantes actores argentinos, es una cuestión objetivamente constatable.

Así que, once again, salgo complacida del cine. Acabo de disfrutar de  un bien ideado thriller, que está magníficamente  dirigido además de  brillantemente interpretado, se puede pedir más?

Alicia dixit.

jueves, 18 de octubre de 2012


EL FRAUDE

 

DE

 

NICHOLAS JARECKI

 

 

         ¿Cuál es la diferencia entre el cine norteamericano, y el español, el europeo en general, el asiático y demás? Sin lugar a dudas que el cine norteamericano es una industria y lo demás son meros simulacros. Su enorme potencial industrial, unido a su inteligente capacidad para generar negocios, hace que fabriquen películas de muchos tipos sin necesidad de sentirse obligados a producir únicamente de obras de arte. Su gran experiencia les permite hacer películas soportadas en buenos guiones, elaborados con mucho oficio, con lo que consiguen acertar con la magia del entretenimiento, que no es poco. Y así es el filme “EL FRAUDE”, un magnifico entretenimiento, alejado de grandes pretensiones que consigue que pases un buen rato y que con el tiempo, cuando la editen en DVD o se pueda ver por televisión, la recuerdes y aceptes volver a verla, porque disfrutaste en su día de un momento agradable.

         Está rodada en New York. Es imposible escoger otra ciudad para esta historia que es una brillante narración acerca de los hombres de negocios (los de verdad) que generalmente se representan fríos y sin sentimientos. Aquí, en torno a la figura de Richard Gere, destilan cierta paz budista no exenta de posiciones firmes y con un cierto toque de agresividad pero siempre dentro de los límites de no llegar a perder el respeto. Se ahonda en la imagen de un ejecutivo con dos personalidades, la de la frialdad y la angustia que produce el vivir inmerso en un mundo donde los negocios son todo a veces para bien y a veces para muy mal  y la de tener en consideración los sentimientos de las personas que forman parte de tu vida: esposa, hijos, nietos, amantes. ¿Jugando a Jekyll y Hyde? Pudiera ser

         Las interpretaciones fantásticas. En especial Richard Gere, actor de escasos registros, que en esta obra está perfectamente dirigido y transmite una credibilidad a su personaje más que destacable. Susan Sarandon, elegante y magnífica, como siempre, aunque con un escaso papel. Un activo tan importante como el suyo deberían haberlo aprovechado más, en mi opinión.

         Por último, la película tiene mensaje. Sí, es americana y tiene mensaje. “La justicia de los tribunales, no es la justicia de los hombres”. Un principio muy aceptado en las viejas democracias y poco comprendido en las jóvenes como es nuestro país, donde resoluciones como las que nos presenta el director de la obra son bastante comunes y no por eso se mueven las columnas de sus valores democráticos. No vale todo para coger al malo.

         Id a verla, auténtico cine norteamericano de entretenimiento de calidad, bastante calidad.

 

Germán.
 

lunes, 1 de octubre de 2012

EL ARTISTA Y LA MODELO
DE
FERNANDO TRUEBA

         Con frecuencia ir al cine es una actividad que entraña cierta incertidumbre. Estás convencido de que vas a ver una obra de arte y a disfrutarla, porque es difícil vivir sin placer, y corres el peligro de que no sea así. Generalmente ir a ver una película de Fernando Trueba reduce de manera importante el riesgo. Este director, a pesar de su estrabismo, tiene una muy acertada visión del cine. Desde mi punto de vista conoce como pocos los recursos narrativos que aporta este arte y además es capaz de mezclarlos con otras especialidades artísticas, consiguiendo un eclecticismo sobresaliente. Quizás, por cosas como estas es uno de nuestros directores más justamente laureados.
         Hacer un relato sobre su última película es francamente complejo porque cuando abandonas la sala no estás seguro de si lo que has visto es una película o si a través de este magnifico medio artístico has recibido una lección magistral acerca del arte en general y de la escultura en particular. Algo que muy pocos catedráticos serían capaces de hacer.
         Fernando Trueba no sólo nos habla del arte, también de la fuerza y la belleza de la naturaleza, de la vitalidad de la juventud, del envejecimiento y su sabiduría, de lo agitado y convulso que es el proceso de creación (en paralelo con  la época en la que desarrolla la historia), de lo que se sufre para llegar a sentirse satisfecho con la propia creación (y es que, es tan difícil tener pena), de sentir la proximidad del fracaso y de lo que te facilita la vida saber y poder elegir una pareja adecuada. Esta obra no sólo se ve, también se lee y dado que está rodada en blanco y negro, como si de letra impresa se tratase, no solo la hace más bella, sino que te facilita participar de la historia (sin lugar a dudas el blanco y negro realza lo realmente bello y evita que te distraigas con elementos accesorios). Este relato tenía que ser en blanco y negro, sin duda. Todo es acertado, también el final. El punto y final que lleva aparejado haber conseguido lo que llevabas persiguiendo toda la vida, la juventud que abrirá nuevos caminos mirando  hacia atrás y sin que ese recuerdo impida avanzar.
         Así, con una grandiosa sencillez, sin pretensiones y evitando en todo momento el rebuscamiento, Fernando Trueba te hace sentir que ir al cine es una fantástica actividad que te hace aflorar los sentimientos y, además,  te ilustra, mostrando al mismo tiempo teoría y practica de la actividad artística.
         Esta película se puede ver ahora o en cualquier momento porque  es una obra de arte y no envejecerá.
Germán.