EL FRAUDE
DE
NICHOLAS JARECKI
Tengo que discrepar de todo lo dicho hasta aquí. Y no es que no fuera predispuesta al cine, porque iba con el firme convencimiento de disfrutar de un thriller de calidad. Sin ideas preconcebidas -a pesar de que el protagonista no es santo de mi devoción- salvo la de que era, indiscutiblemente, una digna muestra del cine de su género (ya lo había predicho en su crónica Boyero, en el estreno en el festival de San Sebastián…..). Puede que por las expectativas que no veía cumplidas, mi desconcierto y mi impaciencia fueron en aumento a medida que pasaba el tiempo, y no me lograba meter en la historia. Y no, terminó la película sin pena ni gloria. Nunca llegó a interesarme lo suficiente. Todo en ella es absolutamente previsible. Me recordaba a “La feria de las vanidades”, pero en mediocre. Todo muy visto, muy convencional. El guión tramposo, los líos financieros están oscuros (o al menos para mí), lo que me hace suponer que no se les da ninguna importancia (historia inverosímil la de las inversiones rusas) o que se menosprecia la agudeza de la audiencia, y se dejan entrever los tejemanejes, sin entrar en detalles, porque no son la cuestión central, a pesar de que toda la trama gira a su alrededor. Desconcertante, porque no es que no te enteres, es que te lo cuentan mal. Bueno, no deja de ser una forma de plantearlo. O puede que lo verdaderamente importante fuera la descripción de los personajes y sus relaciones. Y si esto es lo primordial, tampoco con eso se consigue entusiasmar: ni los personajes tienen el carisma suficiente, ni los actores la garra necesaria, aunque resulta francamente difícil con una historia tan manida. Lo de siempre, el hombre de negocios sin escrúpulos, la mujer que hace la vista gorda en tanto que no se atente contra la familia, la hija naïve que se decepciona cuando descubre que su padre no es el honrado hombre de negocios, además de filántropo convencido, que ella pensaba que era, por no mencionar “ el incidente” con la artista francesa (no podía ser menos original…..) Un dèjá vu sin fin. Tenía que haberlo esperado, siendo además Richard Gere quien lleva el peso de la película (esto sí es un prejuicio, lo admito). Pero por esta vez ha funcionado a posteriori, que conste. Por otra parte, tampoco Susan Sarandon tiene un papel brillante, ni la hija, ni los abogados. Si acaso se salvan el policía (Tim Roth) o el joven negro (desconozco su nombre) aunque su papel resulta ser el más artificial de todos: “para variar, vamos a poner de bueno de la película al chico negro, en contraposición con los malvado hombres blancos… Qué yupi!! “ (tampoco el vínculo entre el protagonista y este personaje queda claro, por otra parte).
Además, ha sido una sorpresa descubrir que Laetitia Casta no parece hacer buenas migas con la cámara, porque además de poco convincente, aparece bastante desmejorada o puede que el papel de artista atormentada que interpreta, requiriera un cierto deterioro físico, no sé.
Demasiados enigmas para un resultado tan decepcionante. No aporta nada nuevo. Vamos, lo dicho, nada del otro jueves. Se deja ver, sin más.
Alicia Dixit