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LA VIDA MISMA.GERMÁN

Si no puedes escribir, escribe

miércoles, 30 de enero de 2013


AMOUR
DE
MICHAEL HANEKE

 Ayer tocaba cine, y no estaba fácil la elección. Me apetecía algo amable y  los últimos estrenos no  ofrecían nada en esa línea. No veré la última de Kathryn Bigelow, ya le den todos los premios del mundo. No vi la anterior y no veré la próxima si insiste con la temática. Hace tiempo que he renunciado a ver cine bélico, y más si se recrean contiendas tan próximas como las de Iraq o Afganistán. Me resulta cada vez más difícil sustraerme de la realidad que nos ponen delante de las narices y me cuesta aceptar que lo que estoy viendo es, en todo caso, pura y simple ficción. Por su parte Lincoln no me da buena espina. Y ello por varias razones: no me interesa el cine histórico de ninguna clase y siento una creciente desconfianza por el  de Spielberg. Sólo me basta recordar su último film,  entre costumbrista y bélico o épico y lacrimógeno. No me interesó nada, la verdad. De manera que no me seducía tampoco esta opción. Pero finalmente, decidimos ir a verla, por lo que fue un alivio que estuviera la sala llena en la sesión elegida, sinceramente. De forma que optamos por ver una de las irrenunciables de la lista de espera: Amour de Michael Haneke. Tampoco me entusiasmaba la idea de ver Amour, todo hay que decirlo, porque el tono plomizo de la filmografía del austriaco  requiere siempre un plus de  entusiasmo. Pero ayer las circunstancias nos lo dieron resuelto, tampoco había nada mejor.
Y no defrauda Amour, demoledora lección de realidad. No se escatima crudeza, ni se hacen concesiones al sufrimiento pero la dignidad de los personajes  y la sinceridad del planteamiento impiden que se incurra en el sentimentalismo. Amour conmociona por la certeza de que todos pasaremos por una experiencia similar, si no la hemos vivido ya (la pérdida de alguien querido), además de la de la propia muerte. Pero no es la muerte la única experiencia devastadora. El proceso que nos conduce a ella, la vejez, la enfermedad son asuntos, cuanto menos, tan insoportables como aquella. Devastadora pero imprescindible película, requiere un cierto estado de ánimo, si no se quiere entrar en depresión. Imprescindible Haneke, no creo que obtenga, esta vez, el premio a la mejor película de habla no inglesa, porque el gusto de la industria americana del cine va por otros derroteros. La  vejez, la enfermedad, el dolor y la muerte no son los ingredientes adecuados para el éxito, en particular si no hay un final feliz. Pero esta joya no hubiera sido posible sin la colaboración necesaria  de los espléndidos Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva.  Jean-Louis Trintignant no necesita interpretar a un anciano en el límite de sus fuerzas, porque ya es un anciano al que le falta  energía  incluso para el  rodaje, no lo puede disimular: su escasa movilidad, la atrofia de sus manos, quedan patentes en alguna de las escenas más conmovedoras de la película (cuando da de comer a su postrada mujer, o cuando prepara su mortaja y corta las flores que habrán de adornarla). Por tanto su interpretación resulta natural, porque sus  propias limitaciones  físicas hacen más dramática la interpretación de su personaje generosamente volcado en  el cuidado de su esposa convaleciente. Pero Emmanuelle Riva que, siendo mayor, goza de una infinita mejor forma física que su oponente, logra una interpretación majestuosa de  su personaje que evoluciona de la  enfermedad a la parálisis y de ésta a  la agonía y que está determinado a morir con dignidad.
Con  la habitual minuciosa precisión  del cine de Haneke y con los mimbres de unos extraordinarios actores, nos cuenta  la vida entre cuatro paredes de los protagonistas empeñados en la lucha final por la supervivencia. Nos ofrece, en definitiva,  una película  de su mejor factura.
Que nadie espere diversión. Pero es asombroso comprobar cómo de una historia como la mostrada por Amour, se puede construir una obra de arte, lejos  de toda sensiblería.  Esta es la grandeza del cine y de los grandes cineastas, ahora eso sí, no es apta para melancólico-depresivos. Nada es perfecto!!!!!!!
Alicia dixit.

domingo, 27 de enero de 2013


EL CUARTETO
DE
DUSTIN HOFFMAN

Dustin Hoffman, con esta película, hace su primera incursión en la dirección. El mero hecho de que aparezca su nombre ya me pareció lo suficientemente atractivo como para ir a verla. Otros grandes actores han dado el salto de la interpretación a la dirección con notable éxito, por ejemplo, Clint Eastwood.
Dustin Hoffman es uno de esos grandes profesionales de la industria cinematográfica que la conocen desde cualquier ángulo que la pretendas analizar. Su experiencia le hace atesorar unas cualidades que le permiten ser capaz de contarnos bonitas historias, aún a pesar de no disponer de un guión especialmente brillante, como es el caso de esta película.  En la realización de la cinta, no se desaprovecha ningún recurso narrativo para aliarte con los protagonistas de la historia y hacerte, en cierto modo, partícipe de la misma: abusar de la ternura de la edad de los protagonistas, situaciones cómicas, reencuentros de amores imposibles, la música como pretexto para la convivencia en comunidad, la pillería a destiempo y un largo etcétera, eso sí, todos ellos perfectamente trabados.
La historia se desarrolla en un asilo en el que conviven músicos ancianos. Toda la acción se desarrolla en un ambiente muy British (no he entendido la razón por la que escoge este ambiente). Estar enganchado a una enorme colección de ancianos artistas para los que el tiempo es más pasado que presente y futuro, te hace reflexionar sobre tus propios sentimientos  y como serán en una etapa que ya empiezas a vislumbrar.
Del elenco de actores, todos ellos encantadores, destaca especialmente Jean Horton que encarna, no sólo en esta obra, como nadie esa etapa de la vida en que la unidad de medida del tiempo es otra, los minutos no se sabe si son más cortos o más largos y tu experiencia no te permite dejar pasar determinadas oportunidades.
“El cuarteto”, probablemente no pase a la historia del cine como una obra maestra pero Dustin Hoffman demuestra tener un gran conocimiento del oficio y nos deleita con una tierna obra que te procura algo más que un buen rato. Sobre todo si tus expectativas no son muy altas.
Indudablemente si esta película se hubiese estrenado antes que “The master” yo, sin lugar a dudas, la hubiese preferido. Es un bonito cuento bien adaptada al séptimo arte. “The master” no soy capaz, siquiera, de clasificarla prefiero olvidarla y que ese rincón de mi memoria en el que almaceno películas tiernas quede reservado a “El cuarteto”, una película encantadoramente ligera.
Germán.


sábado, 12 de enero de 2013


THE MASTER
DE
PAUL THOMAS ANDERSON


Entre atónita e indignada, así salí del cine después de ver “The Master”. Perpleja porque no podía dar crédito a  un  bodrio de tal calibre. Malhumorada por no haber tenido el arranque del sufridor del asiento delantero que tras una hora larga de metraje, cogió el portante y se largó. Y es ese enfado que produce, no sólo la pasta mal empleada (que 8,50 euritos no es moco de pavo), sino y lo que es más grave, el tiempo perdido. Más que eso, desperdiciado. 
Tanto era mi asombro, mi estupefacción, y mi enojo que busqué, al llegar a casa,  la crítica de “El País” que me había servido de guía en la elección de la película, porque no podía dar crédito a que aquello que acababa de leer tuviera siquiera alguna relación con lo visto en la sala. Tengo que decir que también me animó algún comentario de un amigo interesado por el tema y que me había hablado de alguna crítica leída por él,  así como la siempre valorada opinión de Boyero, escuchada en el programa vespertino del viernes en la SER. Inciso: me gusta cómo escribe Boyero, ya sea de cine o de cualquier otra cosa, pero como comunicador, contertulio o comentarista cinematográfico no me interesa lo más mínimo, de forma que he decidido, exclusivamente, leer sus crónicas, de ahora en adelante.
Volviendo a la reseña leída en el periódico, que decía, en un lenguaje indescifrable, lo siguiente: ”The Master es pura trascendencia, pura complejidad, puro cine……….The Master……..no cae en la tentación del dibujo personal, tampoco tiene una narrativa tradicional, ni los habituales giros de guión, ni una estructura donde los hechos  se concatenan unos con otros. The master es pura pulsión…..Pura pulsión sentimental, artística, emocional” y  releyendo el comentario, acerté a ver la advertencia que me pasó desapercibida en un primer momento  y que no era sino el aviso de semejante absurdo. Porque ya nos anunciaba que es una película sin  un argumento coherente, sin hilo conductor, carente de ritmo, carente de sentido,  de lógica. Lamento discrepar de todos los que ven en P. T. Anderson a un gran cineasta, y aun a riesgo de parecer una  ignorante cateta,  no me duelen prendas afirmar que “The Master” es la peor película que he visto en mucho tiempo. No sé qué quiere contarnos el ínclito Paul Thomas Anderson y lo que es peor, tampoco me interesa.  Pero debo decir en descargo del crítico que ya anunciaba los riesgos de crearse con ella  falsas expectativas, de no pertenecer al selecto  y exclusivo colectivo de “entendidos de cine”. Ya  nos advierte de que si no disfrutamos, en su momento, con “El árbol de la vida” haríamos bien en no repetir la experiencia. Pues yo no la vi, y estoy segura, una vez vista ésta, de que de haberlo hecho no habría incurrido en semejante error. Es más, tengo el firme propósito de no reincidir. Sin duda me cuento entre ese público carente de  sensibilidad  o de buen criterio o de la sofisticación necesaria para degustar una obra de semejante envergadura, pero me atrevo a  afirmar sin miedo a equivocarme, que el común de los espectadores pensarán como yo, que más que una película “The Master” es una tomadura de pelo, con el agravante de tener una duración de dos horas y 20 minutos. Por la observación de la inexpresividad de los rostros, del mutismo generalizado de los asistentes al dejar la sala, puedo asegurar que el desconcierto y el aburrimiento eran los sentimientos predominantes entre el público, si no el de cabreo, como el del único valiente que osó hacer algo más interesante a mitad de la película.
Lo dicho, en mi opinión  “The Master” no es más que una broma pesada del autor, un jeroglífico a descifrar por mentes preclaras, pero no una película para    cinéfilos sin pretensiones. Lo único positivo de la cinta  es el buen trabajo de Joaquin Phoenix y de Phillip Seymour Hoffman en sus respectivos papeles de chiflados, lo cual no es, por otra parte, ningún consuelo.
Alicia dixit.