LA DAMA DE HIERRO
DE
PHYLLIDA
LLOY
Tarde casera, por el calor, momento
ideal para ver una película descargada de un video club de internet. La oferta de
los videos clubs de internet no es muy amplia, pero si ofrece suficientes
títulos como para que se pueda disfrutar de alguna buena película. Este tipo de
herramientas son especialmente útiles para poder ver obras que rara vez verías
en un cine. Con este criterio escogí “La dama de hierro”.
No parece muy necesario dedicarle mucho
tiempo a hacer una sinopsis de la obra, ni por supuesto elogiar más, si es que
se puede, a Meryl Streep. Sí me parece correcto cómo la directora ha enfocado
el relato. Lo hace de una manera que me ha resultado sorprendente,
presentándonos a una Margaret Thatcher en declive por la edad lo que supone un
primer y brillante contraste con el titulo. La vida de Margaret Thatcher, según
la interpretación de la directora, tenía un único propósito, su insaciable
ambición política, en un momento en que la política era un mundo de hombres, en
un partido, el conservador, donde todo hasta su llegada eran hombres.
La historia nos presenta una Margaret
Thatcher que pone su carrera política por delante de cualquier otro interés
personal: familia, marido, hijos, etc. Que consigue sus objetivos, liderar el
partido conservador y llegar a ser la primera mujer primer ministro del Reino
Unido. La seguridad en si misma unida al éxito de su carrera política es lo que
la va a impulsar a su propio fin. Esto que aparentemente es contradictorio, que
la consecución del éxito sea tu propio fin, es algo muy cotidiano que podemos
comprobar en cualquier ámbito de nuestro mundo relacional porque llegar a
superar tus metas iniciales en multitud de ocasiones nos convierte en una
suerte de personajes soberbios y odiosos, incluso para nuestro circulo más
cercano. Y estos últimos, que suelen ser los que más nos han ayudado a alcanzar
nuestras metas, serán los que nos empujen y se esmeren en que salgamos por la
puerta de atrás.
No tengo clara que la conexión entre la
forma de narrar la vida de Margaret Thatcher y la vida real de esta brillante
política, sea como nos lo cuenta la directora. Lo cierto es que hace un trabajo
encomiable, que remata con su interpretación Meryl Streep, mostrándonos que al éxito, que
nunca es algo que se consiga individualmente, y a la soberbia personal los
separa una muy delgada línea, muy fácil de atravesar.
A pesar de los pesares, de que el
personaje nos resulte odioso, de que no comulguemos con su ideología ni con las
medidas políticas que adopto, ni con la transformación que ha sufrido la política
desde entonces (no existen sociedades, existen personas), a pesar de que las
películas biográficas me resulten de poco interés, la directora ha encontrado
un resquicio para construir una historia y ha sabido dirigir a una inigualable
actriz que ha hecho brillar la narración.
No es para ir al cine, pero si para no
perdérsela.
Germán