“A Roma con amor”
De
Woody Allen
Finalmente, he visto la nueva película de Woody Allen. Y digo finalmente, porque tras un primer intento fallido (la sala donde la exhibían contaba con una copia en mal estado), a la segunda fue la vencida. Y pude, así, cumplir con mi ritual de siempre (lo mantengo al menos desde hace 20 años), de ir a ver cada nueva película suya, si no el día del estreno, al menos sí el primer fin de semana (y esto desde los tiempos en que sus películas, en versión original, se proyectaban, únicamente, en el malogrado cine Rosales). Y esta vez bien ha merecido la pena tanta molestia lo cual no se puede decir (al menos en mi opinión) de muchas de las anteriores ocasiones en los últimos tiempos. Y ello a pesar de que esperaba encontrarme una obra mediocre según hacían presagiar todos los comentarios/críticas de las que había tenido noticias y que por una vez eran asombrosamente coincidentes por desfavorables. Que si era una de las películas que no permanecería mucho tiempo ni siquiera en las retinas de sus más incondicionales seguidores…Que si sólo tenía unos cuantos y esporádicos buenos sketches……Que si no resultaba especialmente brillante…….Que si era demasiado tópica……
Pues bueno a mí, que voy contracorriente, as usual, me ha resultado una película fresca, con lo mejor del cine de Allen. Creo que está especialmente inspirada en conjunto, resultando una película redonda, si bien, alguna de las cuatro historias que la componen puede resultar más floja que las restantes, como es lógico. En todo caso, los enredos resultan siempre simpáticos, los personajes tan propios del universo de Woody están tan inspirados como la primera vez, los diálogos con frecuencia hilarantes y algunas situaciones tan original y graciosamente absurdas como en sus obras maestras (por citar uno de los ejemplos que no desvele el meollo de la cuestión, me resulta especialmente divertida la historia del empleado de funeraria que tiene una voz portentosa para el bel canto, pero exclusivamente cuando canta en la ducha…..),y por qué no decirlo, la presencia de Woody Allen, que siempre añade un toque a mi entender, imprescindible. Un plus de comicidad, de divertimento. Al menos a mí, con su simple presencia en pantalla, su lenguaje corporal, su forma de hablar y sus sentencias desternillantes, es como si se me activara el resorte de la risa. Me pongo en modo “reir” y lo hago con ganas, a carcajadas. Él y su fobia a los aviones que es, en esta ocasión la excusa para su primera aparición en pantalla, no sólo me parece una situación cómica por ridícula, sino que me veo en su pellejo, lo cual me lo hace más regocijante, si cabe. Con mucha frecuencia me impacta porque me reconozco en sus personajes. No es la primera neurosis que compartimos (estoy pensando en ciertos complejos, en determinadas inseguridades o en su tan característica hipocondría, por poner algún ejemplo) Todavía no tengo ninguna fijación con la muerte, tema que parece obsesionarle en los últimos tiempos, pero todo se andará (hay que tener en cuenta que me lleva más de 25 años…..) Vamos, que me parece de lo más saludable esa manera suya tan natural de reírse de sí mismo y en alguna medida, cuando yo me río, lo hago no solo de él, sino también de mis tonterías. En definitiva, que mi última sesión de cine me ha resultado del todo terapéutica. Reconfortante, gratificante, tonificante, renovadora., estimulante. La diversión, al más puro estilo alleniano, está
garantizada. Qué bien que tenemos a Woody Allen de vuelta!!!!. Ojalá sea por mucho tiempo.!!!!!
garantizada. Qué bien que tenemos a Woody Allen de vuelta!!!!. Ojalá sea por mucho tiempo.!!!!!
Alicia dixit