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LA VIDA MISMA.GERMÁN

Si no puedes escribir, escribe

miércoles, 26 de septiembre de 2012

“A Roma con amor”
De
Woody Allen

Finalmente, he visto la nueva película de Woody Allen. Y digo finalmente, porque tras un primer intento fallido (la sala donde la exhibían contaba con una copia en mal estado), a la segunda fue la vencida. Y pude, así, cumplir con mi ritual de siempre (lo mantengo  al menos desde  hace 20 años), de ir a ver cada nueva película suya, si no el día del estreno, al menos sí el primer fin de semana (y esto desde los tiempos en que sus películas, en versión original, se proyectaban, únicamente, en el malogrado cine Rosales). Y esta vez bien ha merecido  la pena tanta molestia lo cual no se puede  decir (al menos en mi opinión) de muchas de las anteriores ocasiones en los últimos tiempos. Y ello a pesar de que esperaba encontrarme una obra mediocre según hacían presagiar todos  los comentarios/críticas de las que había tenido noticias  y que por una vez eran asombrosamente  coincidentes por  desfavorables. Que si era una de las películas que no permanecería mucho tiempo  ni siquiera  en las retinas de sus más incondicionales seguidores…Que si sólo tenía unos cuantos  y esporádicos buenos  sketches……Que si no resultaba especialmente brillante…….Que si era demasiado tópica……
Pues bueno a mí, que voy  contracorriente, as usual,  me ha resultado una película fresca, con lo mejor del cine de Allen. Creo que está especialmente inspirada en conjunto, resultando una película redonda, si bien, alguna de las cuatro historias que la componen puede resultar más floja que las restantes, como es lógico. En todo caso, los enredos resultan siempre simpáticos, los personajes tan propios del universo de Woody están tan inspirados como la primera vez, los diálogos con frecuencia hilarantes y algunas  situaciones  tan original y  graciosamente absurdas como en sus obras maestras  (por citar uno de los ejemplos que no desvele el meollo de la cuestión, me resulta especialmente divertida la historia del empleado de funeraria que tiene una voz portentosa para el bel canto, pero exclusivamente cuando canta en la  ducha…..),y  por qué no decirlo, la presencia de Woody Allen, que siempre añade un toque a mi entender, imprescindible. Un plus de  comicidad, de divertimento.  Al menos a mí, con su simple presencia  en pantalla, su lenguaje corporal, su forma de hablar y sus sentencias desternillantes, es como si  se me activara el resorte de la risa. Me pongo en  modo “reir”  y lo hago con ganas,  a carcajadas. Él y su fobia a los aviones que es, en esta ocasión la excusa para  su primera aparición en pantalla,  no sólo me parece  una situación cómica por ridícula, sino que me veo en su pellejo, lo cual me lo hace más regocijante, si cabe. Con mucha frecuencia me impacta porque me reconozco en sus personajes. No es la primera neurosis que compartimos (estoy pensando en ciertos complejos,  en determinadas inseguridades o  en su tan característica  hipocondría, por poner algún ejemplo) Todavía no tengo ninguna fijación con la muerte,  tema que parece obsesionarle en los últimos tiempos, pero todo se andará (hay que tener en cuenta que me lleva más de 25 años…..) Vamos,  que me parece de lo  más saludable esa manera  suya tan natural de reírse de sí mismo y en alguna medida, cuando yo me río, lo hago no solo de él, sino también de mis tonterías.  En definitiva,  que mi última sesión de cine  me  ha resultado del todo terapéutica. Reconfortante, gratificante, tonificante, renovadora., estimulante. La diversión, al más puro estilo alleniano, está
garantizada. Qué bien  que  tenemos  a Woody Allen de vuelta!!!!. Ojalá sea por mucho tiempo.!!!!!
Alicia dixit
LE PRENOM

DE

ALEXANDRE DE LA PATILLIERE Y MATHIEU DE LA PORTE


Cuando voy al cine nunca tengo en cuenta la nacionalidad de la película, me fío de mi instinto y de los mandatos de la cartelera. Los productores saben cuándo es el mejor momento para comercializar sus productos. Las películas de nacionalidad francesa de salida me resultan atractivas porque casi todas tienen un denominador común: son bastante elegantes. Le Prenom rompe esta tradición, al menos yo digo que no es una película elegante. Tampoco es que esta singularidad sea imprescindible pero ayuda.

Le Prenom, es la adaptación al cine de una obra de teatro lo que le añade dificultad a la narración. En mi opinión cada arte tiene sus reglas de expresión y las adaptaciones suelen restarle capacidad de comunicación. Este es uno de los problemas con que cuenta esta película por lo  que los directores no han podido terminar de redondearla.

El guión bebe de las fuentes de Yasmina Reza. Un grupo de amigos, parientes; vecinos, amigos, se reúnen y por un, generalmente, inexistente motivo (recordemos lo del cuadro pintado de blanco de “Arte”), se desencadena una situación en la que aparecen una parte importante de los demonios que esconden las relaciones humanas: reproches, secretos inconfesables, acusaciones, envidias, represiones, etc.

         Si bien la forma en que otros autores y directores han resuelto esta situación resulta cercana, comprensiva y cómica, en este caso no está tan conseguida. Pretenden que el pretexto desencadenante tenga visos de ser real, poner nombre a un hijo, y la discusión que genera es  tan exagerada, que no añade comicidad por desmesurado, ni sirve como pretexto de intentar buscar un desencadenante real. A partir de ahí todos los personajes nos van descubriendo sus secretos y confrontaciones pero sin llegar a estar bien encuadrados.

         En ocasiones te ríes y en ocasiones te escapas de la película. No es en absoluto una obra redonda como era la de “Un dios salvaje” de Román Polansky y en el final de la obra queda muy en evidencia. Estas sesiones de broncaterapia, entre familiares y amigos dejan poso y no se olvidan, sobre todo si se traspasan ciertos límites y aquí se traspasan. Id a verla y confrontar vuestra visión con la mía, será un ejercicio interesante.

Germán.


lunes, 17 de septiembre de 2012


POLLO CON CIRUELAS

 

DE

 

MARJANE SATRAPI Y VICENT PARANNOAUD

 

 

Reseñas concisas serán las próximas que escriba, porque se me acumula el trabajo: tengo pendientes las  de “Café de Flore”, un thriller alemán de título “El silencio de hielo” y alguna otra que no recuerdo.  Cualquiera diría que me he puesto a ver cine como una descosida, para no dejar para septiembre nada de lo apetecible, pero no es esa la razón. Al cine seguiré yendo, caiga quien caiga.  No voy a perdonar el ritual de ver cine en el cine. Sencillamente se ha terciado así este mes de agosto. Y  entre lo visto hay mucho de cine francés (o en francés). De manera que, perdonando alguna película de las que te dejan indiferente (que no son pocas, por otra parte), espero ponerme al corriente en una semanita. Y aunque tengo en el tintero unas cuantas, empezaré por  “Pollo con ciruelas” de la iraní Marjane Satrapi, que bien merece un comentario.

 

“Pollo con ciruelas”, que podría calificarse de cine francés (está rodada en Francia, en  francés y en buena medida por franceses), cuenta, sin embargo,  con algo que la distingue (no solo del cine francés). La nacionalidad de su directora tiene mucho que ver, no cabe duda,  en su originalidad, pero no lo explica todo. El universo de la película es muy personal, único: evoca un mundo entre onírico y fantástico. El ambiente  que la circunda parece irreal, imaginario  aunque la historia es universal y mundana, (una historia de amor frustrada y sus devastadoras consecuencias) y está inspirada en personajes reales (la figura de un tío músico (y muerto en extrañas circunstancias) de la autora inspira el personaje protagonista y la historia), pero ninguna de estas circunstancias ni el hecho de que se desarrolle en Irán,  tendrían por qué convertirla en única. En cambio, lo es. Que Marjane provenga del mundo del cómic (es la adaptación de una  novela gráfica de la que ella es también  autora)  puede contribuir a su singularidad, con la incorporación de elementos de esta disciplina. Pero hay algo más que el simple toque exótico de una mirada proveniente de una cultura lejana y ancestral o la combinación de elementos propios  de cine diversos. No sé si es más una peculiar visión del mundo o un mirar el mundo con otros ojos lo  que convierte a esta película en más que una simple película. Tiene tan poco que ver con el cine occidental que no parece ni cine. Pero tampoco se asemeja al cine oriental  más conocido. No es una película al uso, en definitiva. Es una obra artística variopinta en forma de película. Y no solo por los aspectos formales (incorporación de personajes de cine de animación  o la presencia expresa de escenarios de cartón piedra combinados con personajes de carne y hueso, por citar algunos ejemplos, cosa que ya hizo Disney con Mary Poppins en 1961), sino que es conceptualmente distinta: la visión, en su conjunto,  que del relato nos ofrece su autora. Desde  la estética de los ambientes hasta la manera de presentarnos a los personajes, (con extremada exquisitez) pasando por el ritmo de los acontecimientos (lento y envolvente)  y el entorno en el que los sumerge. Las relaciones entre los personajes son armoniosas, incluso, cuando aquellas no son las óptimas. El ambiente que recrea, entre mágico y fantástico, la configuran  como  una fábula  visual. La peculiaridad de los personajes, en  perfecto equilibrio, todos ellos deliciosos en su composición y en su interpretación. No hay nada que no resulte fabuloso. Incluso la actriz iraní que interpreta a la joven enamorada del protagonista masculino, resulta de una belleza sin parangón, además de rozar la perfección en su interpretación del corto pero central papel del film.  En fin,  que ahora entiendo la recomendación que me hicieron en su día de  “Persépolis”, su ópera prima, recomendación que, malhereusement,  desoí. Estoy  deseando recuperarla cuanto antes, para que me ayude a desterrar para siempre mis  arraigados prejuicios sobre el cine de animación. Porque una vez vista su obra, ya me han ganado para la causa. Yo ya soy adepta  y adicta al cine de Marjane Satrapi  que, más que una forma de hacer cine, es un género en sí mismo.  Espero, con ganas, mi próxima dosis.
Alicia Dixit

domingo, 16 de septiembre de 2012


AMOR BAJO EL ESPINO BLANCO

DE

ZHANG YIMOU

 

         El cine oriental me parece interesante e incluso a veces genial. De hecho he visto un considerable número de películas procedentes de esta parte del globo terráqueo. Evito enumerarlas para ser fiel cumplidor del principio en que está basado este Blog, “de cine mejor hablar con pasión que con erudición”.

         Con bastantes expectativas he ido a ver esta obra de la que había leído calificativos que me impulsaban a no perdérmela, paradigma de la delicadeza, la máxima expresión de la inocencia, destila una gran emotividad, la serenidad de la puesta en escena…………..

         Pues bien, allí que acudí al cine. Pagué mi entrada con el nuevo IVA deseoso de pasar un buen rato ¿Qué importa el dinero si se trata de ver una obra de arte? Pasados cinco minutos empecé a sentirme extraño, quince minutos más tarde atónito, antes de la media hora ya había visto todo lo que tenía que ver.

         Que una película sea oriental, China para mas señas, no significa que sea buena. Que el director haya hecho otras magnificas obras, no significa que siempre las haga, me evito dar referencias a este respecto.

         Esta película es un tostón, eso si, ambientada en los momento duros de la dictadura comunista ¿y qué? Ni siquiera nos evoca ningún sentimiento repulsivo sobre la crueldad de este sistema político/social. Casi que resulta tragicómico. El guión es más propio de un culebrón vespertino al que nos tienen acostumbrados las cadenas de televisión. La única diferencia con aquellos, es que la historia de amor imposible no la protagonizan actores mexicanos de nombres inverosímilmente compuestos, sino que la chica se llama Jing y el chico se llama Sum. Pero los diálogos tienen una similitud y una casposidad que ni lucecita con aquello de “te amo, pero nuestro amor es imposible”. Del final ni hablo. Con un poquito de imaginación, sólo un poquito de imaginación lo podéis deducir.

         Si eres un altruista de la industria cinematográfica no te lo pierdas. Si lo que te gustan son las buenas películas, piénsatelo antes, aunque su director sea oriental y se exhiba en los circuitos del cine de autor.
Germán.   

jueves, 6 de septiembre de 2012



EL IRLANDES (THE GUARD)


DE


JOHN MICHAEL MACLONAGH


 

         Alguna vez voy al cine casi por cumplir una rutina que me he impuesto y que, por otra parte, realizo con mucho gusto. La semana anterior no pude ir y ya sentía cierta inquietud, no estaba cumpliendo conmigo mismo. Como era lunes, el día del espectador, decidí no dejar pasar más tiempo e ir a ver El Irlandés. Sin ninguna referencia previa salvo lo que me dictaba mi intuición.


         Sorpresa, he disfrutado de una muy buena tarde de cine. Una magnifica película ambientada en la Irlanda rural. El director trenza una magnifica historia en la que enlaza perfectamente varias ambientaciones que configuran una narración con mucho cuerpo. La diferencia entre un policía rural que conoce  al dedillo los valores y la forma de interpretar la realidad que tienen sus conciudadanos y un estereotipado policía Americano. La obra también nos muestra la diferencia entre como enfrentarse a un caso policiaco entre un policía urbano con gran formación y un policía rural para el que determinadas cosas no necesitan de, lo que él considera, parafernalia y farfolla. Y la diferencia entre un policía sobrio, recto y austero y un policía con una imagen de inmoral que esconde tras de si a una persona culta y de firmes principios. Una historia sobre la perfecta conjunción del el ying y el yang en clave de un humor, entre sarcástico y negro.


         Desgraciadamente el guionista decide darle un final heroico y ni siquiera escatima ninguno de los detalles que requieren estos finales, como el de vestirse para la ocasión. Una lastima, porque a mi entender, han creado un personaje que da para muchas más obras, incluso me atrevería a decir que para iniciar una serie, Gerry Boyle (The Guard), que podríamos seguir como hemos seguido las sagas de Hércules Poirot o de Sherlock Holmes.


         Aunque suene un poco arrogante me permito recomendar a Santiago Segura que no se la pierda. Tiene mucho que aprender de esta película, por ejemplo, que se puede construir una historia sobre un policía con ciertos rasgos de antihéroe pero sin caer en el personaje grosero, ordinario, zafio, maleducado, chabacano, tosco y vulgar, que es TORRENTE. Por favor Santiago Segura dale un final digno o indigno, como prefieras, a tu personaje y termina con ese enojoso asunto. Tomate un año cinematográficamente sabático en compañía de John Michael MacLonach, si consigues que acepte, e intenta aprender algo.


         Procurar no perdérosla es una buena obra que vale su precio, subida del IVA incluida.

Germán.