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LA VIDA MISMA.GERMÁN

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martes, 3 de junio de 2014

MADRE E HIJO
DE
CALIN PETER NETZER

Al olor del “Oso de Oro”  y del premio “FIPRECI”  de la crítica internacional del Festival de Berlín 2013,  y de la unánime crítica nacional sobre las bondades del film, acudo, no sin cierta desconfianza, a ver la rumana “Madre e hijo”.  Por  esa intuición mía que rara vez me falla, no las tenía todas conmigo, a pesar de lo cual decidí dar un voto de confianza a tanta coincidencia. Las sesudas interpretaciones  leídas sobre la cinta  me sirvieron para entender una película que no deja claro el mensaje que quiere transmitir. De no ser por las lecturas previas, nunca  habría deducido que el tema central del film es la relación de una madre  castradora y su  único hijo. O mejor dicho, la obsesión de una madre cuya característica primordial es el exceso de control o la sobreprotección que ejerce  sobre su vástago. Y digo que esto lo deduzco de las reseñas leídas, porque en la pantalla solamente veo una narración perdida, desenfocada, poco precisa, borrosa, donde quien sale peor parado  no es la madre, en contra de lo esperado,  sino  la supuesta víctima, el hijo. Si bien la idea, parece ser, es la de que la madre ejerce un control enfermizo sobre su hijo, que a pesar de tener más de 30 años y haber decidido independizarse, no puede desembarazarse de la vigilancia de su progenitora que supervisa todos  y cada uno de sus movimientos,   lo cierto es que lo que vemos en la pantalla no es fiel reflejo de lo aquí contado. Y digo contado (por mí, a partir de terceras lecturas) que no visto,  porque yo no sé si habría llegado a esta conclusión por mí misma.
Lo que yo sí  veo es la descripción de una mujer de clase acomodada rumana, profesional liberal, que se muestra perpleja y se  lamenta de que su único hijo se aleje de ella  irremediable e incomprensiblemente a sus ojos. Y a los míos también resulta inexplicable, porque  a tenor del retrato que se nos hace de la supuesta obsesa resulta difícil discernir las causas del rechazo. Del relato de la mujer (en las conversaciones con la hermana) y de algún exabrupto del personaje del hijo, se constata que  éste rechaza de forma visceral a la madre y se niega, sin contemplaciones, a dejarse manejar. Exige ser él quien   lleve las riendas de la relación. Tenemos que deducir, por tanto,  que hasta ese momento  la cosa era bien distinta. No sé si pretende emplear la elipsis como medio para abordar el relato, porque salvo un par de diálogos explícitos, lo que se nos muestra en pantalla es cosa bien distinta de lo esperable, pero de ser así, el intento resulta frustrado. En cambio se nos muestra a una señora, que si bien se entromete en la vida de su hijo más allá de lo que dicta el sentido común,  sin embargo esa  invasión del espacio ajeno no es más intensa de  lo que suele darse en los casos de  madres de un único hijo cuando éste se va de casa, y que padecen, por tanto, lo que los psicólogos norteamericanos han bautizado como el  “síndrome del  nido vacío”. Es más,  esta señora  se muestra cariñosa en todo momento, considerada y generosa  y hasta cordial con la nuera,  a pesar de que no es santo de su devoción lo que  no deja de ser una muestra de respeto y de un grado encomiable de civilización por su parte. Qué cosa más natural que a una madre no le parezca  su nuera lo suficientemente digna  de  su hijo!!!!! Siempre que mantenga las formas y  el trato correcto, cosa que no deja de hacer  la protagonista ni por un momento, no encuentro nada reprochable en su  conducta.  Respecto del control al  que quiere seguir sometiéndolo, se explica con detalles tan irrisorios como el de  tener colocada en su casa (la del hijo, se entiende) a la asistenta que trabaja en la suya propia,  con objeto  de estar informada de cuanto  allí acontece. Pero quién no siente curiosidad por  conocer las condiciones  en las que vive su hijo, por intrascendentes  que estas puedan ser????  Nos ocurre hasta  con nuestros propios vecinos de rellano. Y si no, que alguien me explique qué es lo que mueve a miles de espectadores a seguir con devoción  los programas de “gran hermano” que tanto proliferan en las parrillas. Vamos, que si esta  señora es una madre castradora que venga Dios y lo vea.  A mí me parece una madre preocupada por su hijo,  como cualquier madre “convencional”, que resulta respetuosa, afectiva, entregada a la causa de proteger al hijo en una situación más que comprometida.  En otras palabras el personaje femenino me parece simpático, siendo la ordinariez y la brusquedad del hijo lo que  me parece francamente fuera de lugar. O el autor  no sabe lo que  es, en realidad, una madre castradora  o es que no ha sabido contárnoslo. Si para vislumbrar la intención del autor  tienes que estar a las explicaciones que  te dan los propios personajes, (o a la interpretación  de  cierto sector de la crítica) es que algo falla.
En cambio el mundo de la corrupción que lo impregna todo en la vida pública de Rumanía, sí queda claramente expuesto. Aquí no se  precisa de ninguna explicación adicional. Lo que me confirma, por si cabía alguna duda,  que el autor fracasa en la descripción de la psicología de los personajes. Y no será porque no hay mil maneras de dibujar a una madre posesiva y desequilibrada generadora de neurosis familiares. Quizá la circunstancia elegida para el relato (un accidente  de tráfico con resultado de muerte de un niño) sea el menos adecuado para hacernos ver la capacidad manipuladora de la  mujer. Porque más bien al contrario, cualquier “madre tipo”  haría lo indecible por  asistir a su hijo en una situación crítica como la contada en la cinta.
Por salvar algo de lo visto, diré que las interpretaciones son magníficas,  pero no merecen por sí solas  la asistencia el cine. Ninguna gran interpretación es, en mi opinión,  capaz de salvar una película fallida como   “Madre e hijo”. No encuentro, por tanto, razón alguna para recomendarla. Por el contrario, en mi opinión   lo recomendable es buscar alguna otra película que ver, para matar el gusanillo de las ganas de ir al cine.  Yo tenía un par de  alternativas en cartera, por lo que me resarciré tan pronto tenga oportunidad. Y esta vez sí me dejaré guiar por mi olfato, que es fiel amigo y no me traiciona.

Alicia dixit.