VIVIR
ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS
DE
DAVID
TRUEBA
Quién dice que no se hace
buen cine en España? Obviamente gente que no ve cine. Ni español ni de ningún
tipo. Gente que solo se deja seducir por los artificios de los efectos
especiales, las películas de acción o las lacrimógenas comedias románticas made in
USA tan del gusto –incomprensiblemente
para mi- del público patrio. Cine oscarizado, fácil, en otras palabras.
Comprendo que esa gente ignore el cine español de calidad, incluso que lo
desprecie. En definitiva, es gente que no ama el cine. Los verdaderos cinéfilos
no podrán dejar de conmoverse con “Vivir es fácil con los ojos cerrados”.
Que David es un artista
talentoso es algo fuera de toda duda, a estas alturas de la película, porque es versátil, completo, renacentista, me
atrevería a afirmar. Escribe grandes guiones, compone brillantes historias, dirige
con mano certera, y transmite a sus
actores la psicología de los personajes con milimétrica precisión, con exquisita sensibilidad, recrea personajes
emblemáticos (ficticios o inspirados en la realidad) gente conmovedoramente
entrañable. Creo que estamos asistiendo (si es que no ha ocurrido ya) a la consagración
de un grande del cine.
En esta ocasión, supera con
creces lo que ya sabíamos que podíamos
esperar de él: escribe un guión delicioso, plagado de diálogos chispeantes, que
te lleva de la carcajada a la emoción con idéntica facilidad. Pinta unos
personajes entrañables, héroes de la vida cotidiana que te ganan desde el
primer momento. Nos ofrece una película brillante desde el trepidante inicio
(en 10 minutos ya te ha presentado a los tres protagonistas y la realidad en la
que cada uno se desenvuelve), hasta el conmovedor final (consiguió emocionarme,
después de tantos años, con los acordes y la poesía de “Strawberry fields for ever”: “living is
easy with eyes closed, misunderstanding all you see……” cantada por su autor,
John Lennon. Una vez presentados los personajes, los hace encontrarse de forma
que vivan una aventura compartida en una road movie de impecable factura.
Nunca hubiera pensado que
el formato de “road movie”, iba a acabar entusiasmándome
tanto (recuerdo con delectación “The straight story” o “Wild heart”, por poner
algunos ejemplos míticos), pero esta película nada tiene que envidiar a ninguna
de ellas.
En primer lugar nos
presenta al maestro vocacional, comprometido (magnífico regalo para un convincente Javier Cámara) que arrastra su
soledad en un sistema represivo y castrante, solo mitigada por su entrega a la
labor Educativa (con mayúsculas), en
busca de su sueño de ver y hablar con John Lennon que rueda “How I won the war”
en tierras almerienses. A continuación, nos introduce a la joven preñada que decide tomar las riendas de su
vida, contra viento y marea, para llevar
a término su embarazo en una sociedad pacata e hipócrita que no se lo pone
fácil. Finalmente, nos retrata a un adolescente
rebelde que no se resigna a vivir en un hogar encabezado por un padre
autoritario, intransigente, violento, del que decide huir y que representa la
esperanza de una juventud inconformista, luchadora y cabal. Y todo
ello lo enmarca en la más rancia España del primer tardofranquismo, perfectamente
descrita a través de las historias relatadas, con la inmejorable escenografía
de la Almería profunda del Cabo de Gata.
Y con ese panorama sórdido,
el humor actúa como acicate para
levantar una historia optimista, vital, entusiasta y llena de esperanza. Con un
presupuesto mínimo, rodada en un tiempo record, y con los únicos mimbres de unos personajes
deliciosos, excelentemente interpretados por grandes actores (sorprendente la
frescura de Natalia de Molina, a la que
auguro un futuro prometedor), David nos regala una obra cumbre del cine
español. Al nivel de los más universales de nuestros directores.
En esta ocasión mi
coincidencia con los académicos es absoluta. La mejor película, el mejor guion,
las mejores interpretaciones masculina y femenina, la mejor dirección. Han
tenido tino y han dado en la diana, y no es por demérito del resto de cintas en
liza (que, francamente, no le llegan ni a la suela de los zapatos), sino por
méritos propios, por su indudable calidad. La única duda que me surge es qué cuernos pinta la insustancial película de
Gracia Querejeta en la carrera de los oscars?
Película repleta de
simbolismos, ternura a raudales, con entrañables personajes que lidian con sus tragedias
personales con fortaleza, dignidad, sin conformismo. Película que contagia alegría
y entusiasmo. Me faltan adjetivos para describir la emoción sentida, y todavía
bajo los efectos del impacto sufrido, no me queda más que rendirme a los pies del
grandioso David Trueba. Me quito el sombrero, maestro!!!!
Alicia dixit.