PRINCESAS
DE
FERNANDO LEÓN DE ARANOA
Princesas cuenta la historia de una amistad, de una vida, de un encuentro. Caye y Zulema son las protagonistas y no solamente tienen en común la profesión (ambas son prostitutas). Su encuentro se hace por casualidad, son vecinas y un buen día Caye encuentra a Zulema en su bañera, ensangrentada, después de haber recibido una paliza de uno de sus clientes. Un fuerte vínculo de solidaridad une a estas dos mujeres sin voz, enmudecidas por la sociedad que las oculta y las hace callar. Caye ejerce la prostitución como algo provisional, nadie en su familia lo sabe. Zulema, inmigrante latinoamericana, lo hace para mantener a su familia y sobre todo a su hijo que cree que es camarera en un bar. Fernando León de Aranoa les otorga la voz y les deja hablar, con voz propia, nadie habla en su nombre, y no habla de ellas como simples prostitutas, nos enseña su vida como lo que son, personas, mostrándonos su aspecto frágil y delicado (pero lleno de valentía y coraje) ante todos los riesgos a los que se enfrentan haciendo que las veamos como verdades Princesas. ¿Y por qué Princesas?
Caye es española. Tiene un pie puesto en la realidad y otro en su realidad. Se pasa el día soñando despierta y su refugio es una desteñida alfombra en su salón donde nadie puede hacerle daño. Tiene un castillo secreto e impenetrable lleno de fortalezas y pasadizos secretos en el que sólo deja entrar a Zulema y a través de sus ojos, al espectador. Este castillo, como en los cuentos, está lleno de pasadizos secretos ocultos tras una gran fortaleza que en su interior esconde a la verdadera Caye ; frágil y valiente. Caye habla de nostalgia y al hacerlo su mirada se pierde entre los cristales de la cafetería dominicana, recordando a las miradas perdidas de las princesas encerradas en la torre más alta del castillo. Siente nostalgia de cosas que todavía no han sucedido, nostalgia de sus sueños y de las ilusiones de las que se alimenta y que al romperse, crean una lenta caída de lágrimas por su rostro.
Zulema es la princesa dulce y exótica, desterrada de su alejado reino. Su sueño, su ilusión y su razón de vivir se materializa en una foto de dimensiones de carnet en el que aparece “eduarcito” como le llama ella, su hijo al que tanto añora desde su forzado exilio.
El encuentro de estas dos princesas crea la historia. Unidas por un fuerte vínculo de solidaridad y amistad juntas comparten sueños e ilusiones. Como en los cuentos, las dos sueñan con su príncipe azul que a veces aparece en forma de Manuel o en forma de voluntario de una ONG. Caye sueña con que la vayan a buscar a la salida y Zulema con reencontrarse con su hijo. Juntas se enfrentan a los peligros que les rodean esquivando algunos con suerte, otros sin tanta. “Dicen que las Princesas no tienen equilibrio son tan sensibles que notan la rotación de la tierra. Son tan sensibles que si se alejan de su reino pueden morir de tristeza”. Dice Caye a Zulema en una de sus escapadas a su fortaleza interna y secreta. Así, el director las convierte en Princesas soñadoras y sensibles ejerciendo un papel de hada madrina, en ocasiones, concediéndoles sus sueños simples y sus modestas aspiraciones como por ejemplo un paseo en coche con sus amigas como princesas en su carroza.
“Hoy no somos putas. Hoy somos Princesas”.
Lola Domínguez Sabater, escribió esto con 15 años.