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LA VIDA MISMA.GERMÁN

Si no puedes escribir, escribe

jueves, 16 de agosto de 2012

PRINCESAS. Escrito por mi hija Lola con 15 años

PRINCESAS
DE
FERNANDO LEÓN DE ARANOA






Princesas cuenta la historia de una amistad, de una vida, de un encuentro. Caye y Zulema son las protagonistas y no solamente tienen en común la profesión (ambas son prostitutas). Su encuentro se hace por casualidad, son vecinas y un buen día Caye encuentra a Zulema en su bañera, ensangrentada, después de haber recibido una paliza de uno de sus clientes. Un fuerte vínculo de solidaridad une a estas dos mujeres sin voz, enmudecidas por la sociedad que las oculta y las hace callar. Caye ejerce la prostitución como algo provisional, nadie en su familia lo sabe. Zulema, inmigrante latinoamericana, lo hace para mantener a su familia y sobre todo a su hijo que cree que es camarera en un bar. Fernando León de Aranoa les otorga la voz y les deja hablar, con voz propia, nadie habla en su nombre, y no habla de ellas como simples prostitutas, nos enseña su vida como lo que son, personas, mostrándonos su aspecto frágil y delicado (pero lleno de valentía y coraje) ante todos los riesgos a los que se enfrentan haciendo que las veamos como verdades Princesas. ¿Y por qué Princesas?
Caye es española. Tiene un pie puesto en la realidad y otro en su realidad. Se pasa el día soñando despierta y su refugio es una desteñida alfombra en su salón donde nadie puede hacerle daño. Tiene un castillo secreto e impenetrable lleno de fortalezas y pasadizos secretos en el que sólo deja entrar a Zulema y a través de sus ojos, al espectador. Este castillo, como en los cuentos, está lleno de pasadizos secretos ocultos tras una gran fortaleza que en su interior esconde a la verdadera Caye ; frágil y valiente. Caye habla de nostalgia y al hacerlo su mirada se pierde entre los cristales de la cafetería dominicana, recordando a las miradas perdidas de las princesas encerradas en la torre más alta del castillo. Siente nostalgia de cosas que todavía no han sucedido, nostalgia de sus sueños y de las ilusiones de las que se alimenta y que al romperse, crean una lenta caída de lágrimas por su rostro.
Zulema es la princesa dulce y exótica, desterrada de su alejado reino. Su sueño, su ilusión y su razón de vivir se materializa en una foto de dimensiones de carnet en el que aparece “eduarcito” como le llama ella, su hijo al que tanto añora desde su forzado exilio.
El encuentro de estas dos princesas crea la historia. Unidas por un fuerte vínculo de solidaridad y amistad juntas comparten sueños e ilusiones. Como en los cuentos, las dos sueñan con su príncipe azul que a veces aparece en forma de Manuel o en forma de voluntario de una ONG. Caye sueña con que la vayan a buscar a la salida y Zulema con reencontrarse con su hijo. Juntas se enfrentan a los peligros que les rodean esquivando algunos con suerte, otros sin tanta. “Dicen que las Princesas no tienen equilibrio son tan sensibles que notan la rotación de la tierra. Son tan sensibles que si se alejan de su reino pueden morir de tristeza”. Dice Caye a Zulema en una de sus escapadas a su fortaleza interna y secreta. Así, el director las convierte en Princesas soñadoras y sensibles ejerciendo un papel de hada madrina, en ocasiones, concediéndoles sus sueños simples y sus modestas aspiraciones como por ejemplo un paseo en coche con sus amigas como princesas en su carroza.
“Hoy no somos putas. Hoy somos Princesas”.

Lola Domínguez Sabater, escribió esto con 15 años.

lunes, 13 de agosto de 2012

EL ELEFANTE BLANCO
DE
PABLO TRAPERO

Hace más de un mes fui a ver elefante blanco”. Mi motivación principal fue que el protagonista era Ricardo Darín, sin duda, garantía de calidad. Un actor de esos que llaman de raza, definición que yo comparto. A esto había que añadir que el director es Pablo Trapero del que guardo n buen recuerdo por su película “Carancho” sobre la perversión de la industria de los seguros. Una obra que no me pareció sobresaliente  pero sí notable. Con estos antecendes acudí expectante al cine.
         He tardado más tiempo del que acostumbro en escribir este post para que mi sentimiento inicial de desconcierto no me influyese demasiado, y al mismo tiempo, ser más imparcial. En este momento no sé si lo he conseguido. Cuando he empezado a rememorar lo que vi, he vuelto a tener una sensación de entre asombro e indignación. ¿Pero este director qué pretende? Tomarnos el pelo mostrándonos un mundo real en el que en ningún momento se pasa de las anécdotas, que se presenta en forma de constantes y permanentes situaciones límite, sin entrar en ningún momento en las causas.
         Con esta superficial y naif historia, que no llega a alcanzar la categoría de panfleto, cinematográficamente mal narrada ¿de qué pretende convencernos el director? ¿De que ese mundo de marginalidad y miseria solo se resuelve desde el compromiso de la fe? ¿Intenta devolvernos conciencia de clase para que luchemos contra la injusticia? ¿Nos quiere hacer ver que existe otra iglesia diferente a la permanentemente tenemos presente? ¿Que no hay solución posible más allá de los cuidados paliativos con los que una especie de sacerdotes y asistentes sociales idealistas lavan sus conciencias y justifican la existencia de unas organizaciones, como son las religiosas, por el comportamiento aislado de algunos de sus componentes? Es difícil de descubrir.
         La narración intenta con constantes situaciones estresantes tenerte enganchado a la pantalla y lo que consigue es que te alejes de la historia transcurridos los primeros 30 minutos y te llegues a preguntar, como aquel espermatozoide negro de la película de Woody Allen “Todo lo que quiso saber sobre el sexo y no se atrevió a preguntar” ¿YO QUE HAGO AQUÍ? Y para colmo da una oportunidad a su mujer, que interés le pone, pero solamente eso, interés. Lo que más sorprende es que Ricardo Darín haya aceptado este papel, ¿será para que no le acusen de no aceptar papeles de denuncia social?
         Señor director reflexione sobre su obra. Inténtelo de nuevo, calidad y oficio tiene usted, con otra película de denuncia social pero yendo al fondo del asunto y sin mezclarlo  con determinadas organizaciones cuyos comportamientos aislados no nos convencen de su sentido o su utilidad. Si en el intento no consigue una narración redonda, siempre será mejor apreciada si nos muestra la miseria de la humanidad que consiente la persistencia de  estas realidades sociales.
Germán.

martes, 7 de agosto de 2012


LA DELICADEZA

DE

 DAVID Y STÉPHANE FOENKINOS



No se me ocurre un título mejor para describir la película francesa  de los hermanos Foenkinos, autores del libro del mismo título que ha sido un éxito de ventas en Francia.

Película terapéutica, tras las decepcionantes “El elefante blanco” y “La suerte en tus manos” de no grato recuerdo. Tengo que decir que resultó de fácil (además de acertada) elección. Ante un panorama no muy estimulante, la cartelera veraniega ofrecía dos o tres cintas francesas de las que apenas tenía noticias.  Todas ellas de títulos sugerentes. Diré que, aun a pesar de resultar reduccionista y poco rigurosa, confío en el cine francés. Es una garantía de savoir faire. Con su particular impronta, que lo convierte en muy característico, incluso en  todas las diferentes categorías. Las comedias cuando son buenas son admirables;  el “cine de autor”  cuando es de calidad, ofrece una mirada muy singular sobre las cosas; si es cine social, no tiene nada que envidiarle al mejor cine británico; si es cine de evasión, logra sin pretensiones sus objetivo, al mejor estilo hollywoodiense……Supongo que el cine francés que nos llega, es el cine de más calidad, y viene, con frecuencia, avalado por las buenas críticas y las excelentes taquillas en el país vecino. Me da igual, sea lo que sea, me resulta como mínimo entretenido. Y ante  tales  premisas, nos decantamos por  “La delicadeza”. Y todo en ella hace honor a su nombre. Empezando por Audrey Tautou, que encarna como nadie al prototipo de mujer francesa: delicada, sutil, liviana, discreta, seductora, cálida, tierna, frágil, natural  pero con el  toque justo  de sofisticación, atractiva, audaz, sensible, dulce y a la vez enérgica……En una palabra, elegante. Simboliza la elegancia en el sentido más literal. La elegancia en el aspecto y en la forma de ser: lo más alejado de la estridencia y lo más próximo a la prudencia, a la moderación.  De  manera que su sola presencia actúa como un imán que te despierta el interés. Representa ese tipo de mujer que todas querríamos ser  o haber sido en nuestra juventud (hablo por mi), y que además, salvando las distancias, simboliza la mujer en la que  todas nos vemos   reflejadas de alguna manera en algún momento de nuestras vidas (quién no se ha tropezado alguna vez con el típico cretino que trata de seducirte de manera burda  y arrogante?)Esa identificación que se llega a producir con su personaje,  la convierte en alguien próximo, reconocible, accesible, real. Nada que ver con los mitos sexuales más simbólicos del cine de  todos los tiempos, ya sean francesas o americanas, suizas, suecas o italianas. De manera que la elección de la actriz es incuestionable. Pero nada tiene que envidiarle el protagonista masculino (François Damiens, del todo desconocido para mí), que pone, con su papel, el contrapunto perfecto. Y  lo representa a la perfección: un ser, en apariencia, vulgar. Desgarbado, poco agraciado, calvo, con cara de patán. Un tipo corriente no sólo en el aspecto, sino también en su comportamiento. Nada chirriante,  tímido, inseguro, el típico sujeto que pasa del todo inadvertido.  Pero que resulta ser afectivo, generoso, hasta divertido,  sorprendentemente valiente  y lo más importante, con capacidad para amar. Desinteresado, necesitado de afecto, franco, tranquilo, apacible, amoroso, firme, vulnerable y robusto a la vez. En  resumen, un buen tipo. Algo tan devaluado como eso. En el extremo opuesto al del hombre de éxito en lo personal y en lo profesional. En lo personal porque el físico no le acompaña; en lo profesional porque parece discreto, poco ambicioso, menos competitivo y en absoluto autosuficiente o egocéntrico, lo que asegura a cualquiera una vida anodina.  Y lo  que, por otra parte,  le convierte en un sujeto delicioso  contra todo pronóstico (para determinado tipo de mujeres, cabe precisar, siempre las hay que prefieren a los villanos, pero esto es otro asunto).  Y es ese el planteamiento novedoso  de la película, que  no es  sino una reivindicación de la bondad como la clave para fundamentar una relación de pareja sólida, reparadora,  que viene a sacar a la protagonista de su ensimismamiento por la pérdida traumática de su marido, que la rescata de su soledad. Es un canto a la sencillez y a la bondad como valores fundamentales, como cualidades básicas para construir cualquier vínculo afectivo, porque lo que aquí se dice de las relaciones de pareja es extrapolable a todo tipo de relaciones. La bondad como lo prioritario. La bondad contrapuesta al éxito, al poderío económico, a la posición social, a la belleza, a todos los valores en alza en nuestro mundo actual. En definitiva la bondad como contrapuesta a todo lo superfluo, lo prescindible, lo inmediato, lo perecedero.  Resulta impactante (por realista) comprobar  en la pantalla ( como en la vida ) cómo los prejuicios actúan indiscriminada y cruelmente contra las personas que dan determinado perfil, que no responden a determinados cánones. De igual forma, se recrea, y se ridiculiza de forma muy precisa, el prototipo de triunfador (el jefe de los dos protagonistas) arrogante, engreído, seguro de sí mismo, con tics donjuanescos, que lejos de seducir resulta patético, al que desarma la protagonista con audacia y sin ningún miramiento: “No me gustas  nada y si alguna vez decidiera buscarme un rollo tú no serías nunca una opción”. Un golpe certero en la diana de la vanidad del fanfarrón que se siente poderoso y no contempla, siquiera, la posibilidad del fracaso  en sus conquistas.  Y finalmente aparece la figura de la abuela, la encarnación de  la sabiduría que con frecuencia proporciona la experiencia, y que es capaz de distinguir a la legua, en el  minuto 0 de conocer al sueco, no sólo su gran cualidad, su bondad,  sino que además es capaz de valorarla como se merece. Así  cuando dice a Nathalie, “me gusta Markus, es buena gente”, lo que viene a significar es,”me gusta Markus, te puede hacer feliz”.



Cuando finaliza la película, ya tienes claro  que los lazos que unen a los protagonistas son sólidos,  durareros. Lo que te deja un buen sabor de boca, al menos te convence aunque solo sea por  un rato, de que existe el everlasting love. Todo resulta agradable en la película.  Muy francesa, perdón por el cliché. Yo iría de nuevo a disfrutarla, sin dudarlo.



Alicia dixit

domingo, 5 de agosto de 2012


EL SKYLAB

DE

JULIE DELPY



         Un día laborable por la tarde es una gran ocasión para ir al cine. Uno de los mejores momentos es cuando el sol más aprieta, te refugias en una sala e intentas ver alguna película que tengas pendiente. Todo marcha perfecto hasta que llegas a la taquilla y la empleada te informa de que la película que tenías previsto ver ha cambiado de horario. Momento de desconcierto agrandado por el terrible calor del verano. Hay que decidir y, ya está, en la cartelera del mismo cine descubres una película que no tiene mala pinta. Es francesa. Decides sacar las entradas y resolver el pequeño incidente con una solución casi homeopática: inocularte una dosis de la sustancia que produce el síntoma: ir al cine y ver películas.

         La película en cuestión es “El Skylab” dirigida por Julie Delpy que tiene una dilatada carrera cinematográfica como actriz, coguionista y directora pero que yo únicamente la recuerdo por “Los tres mosqueteros”. No todo va a ser cine de autor.

         La obra se desarrolla en torno a una reunión familiar en una casa de la Bretaña francesa para celebrar el cumpleaños de la abuela ¿A que ninguno de los lectores de este Blog se ha visto nunca en una situación semejante? Y, como es lógico y previsible, nos expone con bastante crudeza cómo este elemento natural y fundamental de la sociedad, tal y como dice la declaración de los derechos humanos del hombre, puede saltar y hacerse añicos cuando se somete a sus mecanismos a determinadas situaciones, por ejemplo el aniversario de la abuela. Igual que el Skylab, la estación espacial norteamericana, una máquina con un diseño perfecto, orgullo de la técnica que fue sometido a determinadas condiciones y se derrumbó.  Menos mal que no pilló a nadie en su trayectoria. Era simplemente una máquina y no ese elemento fundamental de la sociedad. De igual forma que las reuniones familiares, destrozan familias enteras pero no le caen encima a nadie y al siguiente pretexto, Navidades por ejemplo, se somete de nuevo, a ese elemento natural y fundamental de la sociedad, la familia, nuevamente a  pruebas de presión y temperatura, con el resultado ya conocido.

         Si, lectores de este blog, esta es una película sobre la familia, vista desde la perspectiva de una niña de diez años, a la que en el transcurso de la misma le viene la regla y se transforma en mujer. Aunque yo sigo pensando que lo que te convierte  realmente en adulto no es ninguna transformación fisiológica, sino asistir a reuniones como la que nos describe la directora.

         No tiene la calidad de la obra japonesa “Still Walking” de Hirokazu Koreeda pero se deja ver. Merece la pena verla, dado que tiene calidad suficiente para ser elegida como mejor opción de la cartelera porque el tema de la familia y los conflictos que surgen en los encuentros familiares dan para mucho. Sí, dan para mucho.

Germán.