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LA VIDA MISMA.GERMÁN

Si no puedes escribir, escribe

martes, 7 de julio de 2015


LEARNING TO DRIVE
DE
ISABEL COIXET

Cuando el viernes me puse a revisar los estrenos  de la semana, me encontré con la agradable sorpresa  del último film – El padre- de Fatih Akin, del que no hacía más de ocho días -curiosa coincidencia-  tuve el placer de ver “Im Juli”, después de años sin noticias suyas.

Cuando ya creía firme la decisión de no esperar ni un día más de lo necesario para ir a verla, me sorprendió, asimismo,  el  estreno de la última de Isabel Coixet.

A pesar de sus últimos trabajos, francamente decepcionantes,  nunca me resigné  a aceptar que  la directora catalana hubiera perdido la capacidad  de emocionarme, como hizo con sus primeras películas (“Cosas que nunca te dije” “A  los que aman”,  la extraordinaria “Mi vida sin mí”,  “La vida secreta de las palabras” o “Elegy”). De manera que me surgieron las dudas. Y finalmente opté, impulsada por mis deseos de reconciliación,  por “Aprendiendo a conducir” que parecía, sobre el papel, más ligera de ver. (Dejo el genocidio armenio para mejor  ocasión).

En todo caso, la elección fue más que acertada (sin menospreciar la película de Akin, que será, sin duda, la siguiente). He recuperado a Isabel Coixet para mi lista de imprescindibles y eso  ya es suficiente  gratificación. Me he reencontrado con una de las directoras que  mejor es  capaz de contar, con tono apacible,  sosegado, armonioso las historias épicas de los héroes de la vida cotidiana (en general heroínas). Gente capaz de sobreponerse a las constantes adversidades de la vida con dignidad, con entereza. Gente honesta,  decidida, de esa  con la que nos encantaría cruzarnos por el camino  más a menudo.

Y esta es, como bien se ha  dicho, una historia de segundas  oportunidades. Una historia real como la vida misma, con la que cualquiera puede sentirse identificado en alguna medida. Y como es habitual en su cine, esta película rezuma optimismo por cada uno de sus fotogramas.

Siendo una historia corriente (Wendy, neoyorquina madura, independiente e inteligente a la que abandona su marido por irse con una jovenzana) parece como si fuera la primera vez que nos la contaran.

Las otras vidas que se entrecruzan con la de Wendy son igualmente verosímiles (las sorpresas en los matrimonios concertados que no difieren tanto de las que  se producen en los matrimonios “convencionales” tras años de vida en común;  la dureza de la inmigración; los, con frecuencia, patéticos encuentros amorosos entre personas talluditas……) de  manera que juntas conforman una historia de coincidencias y desencuentros creíbles.

Mención especial merece la extraordinaria interpretación  de los grandísimos Patricia Clarkson y Ben Kingley, actores que repiten con  Isabel, después de Elegy.  Su sola presencia justificaría la visita al cine. Nos hacen creer sus personajes, hasta el punto de  que pareciera que los conocemos de toda la vida.

Ben Kingsley borda el papel de hindú sij (y no solo el acento, sino los movimientos, una forma de andar peculiar….) hombre de honor y fuertes convicciones, que aunque fiel a sus principios  no puede resistirse al atractivo de  la personalidad  arrolladora de  Patricia Clarkson.
Patricia Clarkson, por su parte, en apariencia desorientada y perdida tras el abandono del marido, es capaz de, con  firmeza, valentía y  clarividencia, salir airosa de la ruptura y enfrentar su nueva vida con bríos renovados.

El encuentro fortuito de los dos personajes protagonistas, pone sobre la mesa lo que  es obvio, por mucho que algunos se empeñen  en negarlo: son  siempre más las cosas  que nos acercan a los humanos que aquellas que nos diferencian, por muy culturalmente alejados que estemos unos de otros.

Ambas interpretaciones están de lujo  y la propia “Learning to drive” es una de las películas más redondas de su autora. Película inclasificable, pero fácilmente descriptible: impecable. Sin ir más lejos, la escena del sexo tántrico pasará a los anales del cine como una de las más divertidas jamás rodada (haciendo gala de un humor mucho más sutil e inteligente que el de otras escenas  míticas como  la del orgasmo fingido por Meg Ryan en “Cuando Harry encontró a  Sally”, por ejemplo).

He disfrutado, en definitiva,  todo lo que el cine  puede hacerme disfrutar.

Bienvenida de nuevo, Isabel. Esta vuelta a los orígenes (cine rodado en EEUU, con actores anglosajones  y en inglés) nos ofrece lo mejor de ti. Espero que sigas así por mucho tiempo.

Alicia dixit.