LEARNING
TO DRIVE
DE
ISABEL
COIXET
Cuando el viernes me puse a revisar los
estrenos de la semana, me encontré con
la agradable sorpresa del último film –
El padre- de Fatih Akin, del que no hacía más de ocho días -curiosa
coincidencia- tuve el placer de ver “Im
Juli”, después de años sin noticias suyas.
Cuando ya creía firme la decisión de no
esperar ni un día más de lo necesario para ir a verla, me sorprendió,
asimismo, el estreno de la última de Isabel Coixet.
A pesar de sus últimos trabajos, francamente
decepcionantes, nunca me resigné a aceptar que
la directora catalana hubiera perdido la capacidad de emocionarme, como hizo con sus primeras
películas (“Cosas que nunca te dije” “A
los que aman”, la extraordinaria
“Mi vida sin mí”, “La vida secreta de
las palabras” o “Elegy”). De manera que me surgieron las dudas. Y finalmente
opté, impulsada por mis deseos de reconciliación, por “Aprendiendo a conducir” que parecía,
sobre el papel, más ligera de ver. (Dejo el genocidio armenio para mejor ocasión).
En todo caso, la elección fue más que
acertada (sin menospreciar la película de Akin, que será, sin duda, la
siguiente). He recuperado a Isabel Coixet para mi lista de imprescindibles y
eso ya es suficiente gratificación. Me he reencontrado con una de
las directoras que mejor es capaz de contar, con tono apacible, sosegado, armonioso las historias épicas de
los héroes de la vida cotidiana (en general heroínas). Gente capaz de
sobreponerse a las constantes adversidades de la vida con dignidad, con
entereza. Gente honesta, decidida, de
esa con la que nos encantaría cruzarnos
por el camino más a menudo.
Y esta es, como bien se ha dicho, una historia de segundas oportunidades. Una historia real como la vida
misma, con la que cualquiera puede sentirse identificado en alguna medida. Y
como es habitual en su cine, esta película rezuma optimismo por cada uno de sus
fotogramas.
Siendo una historia corriente (Wendy,
neoyorquina madura, independiente e inteligente a la que abandona su marido por
irse con una jovenzana) parece como si fuera la primera vez que nos la
contaran.
Las otras vidas que se entrecruzan con la de
Wendy son igualmente verosímiles (las sorpresas en los matrimonios concertados
que no difieren tanto de las que se
producen en los matrimonios “convencionales” tras años de vida en común; la dureza de la inmigración; los, con
frecuencia, patéticos encuentros amorosos entre personas talluditas……) de manera que juntas conforman una historia de
coincidencias y desencuentros creíbles.
Mención especial merece la extraordinaria
interpretación de los grandísimos
Patricia Clarkson y Ben Kingley, actores que repiten con Isabel, después de Elegy. Su sola presencia justificaría la visita al
cine. Nos hacen creer sus personajes, hasta el punto de que pareciera que los conocemos de toda la
vida.
Ben Kingsley borda el papel de hindú sij (y
no solo el acento, sino los movimientos, una forma de andar peculiar….) hombre
de honor y fuertes convicciones, que aunque fiel a sus principios no puede resistirse al atractivo de la personalidad arrolladora de Patricia Clarkson.
Patricia Clarkson, por su parte, en
apariencia desorientada y perdida tras el abandono del marido, es capaz de,
con firmeza, valentía y clarividencia, salir airosa de la ruptura y
enfrentar su nueva vida con bríos renovados.
El encuentro fortuito de los dos personajes
protagonistas, pone sobre la mesa lo que
es obvio, por mucho que algunos se empeñen en negarlo: son siempre más las cosas que nos acercan a los humanos que aquellas
que nos diferencian, por muy culturalmente alejados que estemos unos de otros.
Ambas interpretaciones están de lujo y la propia “Learning to drive” es una de las
películas más redondas de su autora. Película inclasificable, pero fácilmente
descriptible: impecable. Sin ir más lejos, la escena del sexo tántrico pasará a
los anales del cine como una de las más divertidas jamás rodada (haciendo gala
de un humor mucho más sutil e inteligente que el de otras escenas míticas como
la del orgasmo fingido por Meg Ryan en “Cuando Harry encontró a Sally”, por ejemplo).
He disfrutado, en definitiva, todo lo que el cine puede hacerme disfrutar.
Bienvenida de nuevo, Isabel. Esta vuelta a los
orígenes (cine rodado en EEUU, con actores anglosajones y en inglés) nos ofrece lo mejor de ti.
Espero que sigas así por mucho tiempo.
Alicia dixit.