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LA VIDA MISMA.GERMÁN

Si no puedes escribir, escribe

jueves, 21 de marzo de 2013


LOS AMANTES PASAJEROS
DE
PEDRO  ALMODÓVAR

Bien podría ahorrarme estas líneas  y remitir a los seguidores de este blog a la crítica firmada por Boyero y publicada por El País el día del estreno, porque coincido absolutamente con todas las opiniones allí vertidas, (y no podría expresarlo mejor) pero no puedo resistirme a la idea de manifestar mi estupor. Y no tengo nada personal con Almodóvar, como insinuaba el otro día un amigo sobre la relación Boyero/Almodóvar. Pero, en mi caso  podría llegar a convertirse en algo personal, de  seguir asistiendo a semejante esperpento.
Todo lo que hay que decir sobre “Los amantes pasajeros” se puede resumir en que es una película mala.
No querría tener que remontarme  a los más recientes bodrios de Almodóvar (“La Mala Educación”, o “Todo sobre mi madre”, por citar alguno de los más  sonados ejemplos) para tratar sobre las sensaciones que el cine  de Almodóvar me provoca, pero no resulta fácil valorar cualquiera de sus películas sin traer a colación las anteriores porque, lamentablemente, es más de lo mismo, o incluso peor. Creo que  con esta última  ha retrocedido en el tiempo, pero no solo para devolvernos al Almodóvar más grosero, sino además para  ofrecernos  la obra  menos elaborada de toda su filmografía. Incluso las interpretaciones están flojas, cuando hasta ahora había dado buena muestra de  saber sacar lo mejor de cada actor.  Parece una obra de principiante. Llegados a este punto, Almodóvar se repite como el ajo y no ofrece nada distinto de lo ya visto, ya trate el melodrama, o la comedia, por mucho que se empeñe en   cambiar el guión ( bueno, si es que esto tiene guión).  Y aun siendo de justicia echar definitivamente semejantes engendros en el olvido, me vuelven a la memoria con cada nuevo film que veo, como una maldición. Y como un reproche:  ¿quién me manda a mí….?
Así los “Amantes pasajeros”,  lejos de pertenecer al género “comedia”, raya lo grotesco, o  el más genuino astracán. Excede los límites de lo inverosímil y resulta excesiva y reincidente. Y de mal gusto. Y es que a fuerza de ver historias surrealistas sobre las peripecias de toda suerte de mariconas, travestidos y sidosos, yo ya estoy saturada. Ni me resulta gracioso, ni  me parece fresco (adjetivo atribuible, si acaso,  al más inicial de su cine), ni rompedor (atufa a reiterativo), ni, por supuesto, inteligente.  Hace tiempo que el cine de  Almodóvar perdió  todo interés para mí y ello a pesar de que creo que tiene madera de cineasta. Pero cuenta con un público  de incondicionales que le consienten todo. Y no es nada personal, aunque pudiera parecerlo. No me molesta lo que  su cine tiene de irreverente, ni hiere mi sensibilidad la sobreexposición de lo gay más extravagante y hortera. Que va, es sencillamente que lejos de parecerme simpático me resulta chusco. Y no tiene que ver con la pacatería ni la homofobia porque esto ni es cine “gay”, según  definición del propio Pedro, ni cine transgresor,  ni nada que se le parezca. Es simple y llanamente cine malo. Es como si hubiera querido hacer una mala película y le hubiera salido.  O es eso o  es una burla al espectador. No queda ya ni rastro  del ingenio  que se atisbaba en muchas de sus películas (cuyos destellos se han dejado ver  de una u otra forma, con más o menos intensidad). Este  universo suyo tan peculiar ha dejado paso a la grosería más descarnada, desprovista de toda sutileza,  ha degenerado en una expresión de lo burdo, de lo  obsceno. Tanta comedura de  polla y tanta mamada, resultan verdaderamente estragantes (y nunca mejor dicho). Y su recurrente recurso a personajes caricaturescos es ya  insufrible (desfilan por la pantalla toda suerte de fauna ibérica: el asesino a sueldo mexicano (este es hispano);  la flamante actriz venida a menos  y que atesora amantes ilustres como el que colecciona sellos e información privilegiada;  el pichabrava incólume con pareja suicida; la bonachona virgen más salida que el pico de una plancha que además es vidente; el político corrupto  con mujer del Opus e  hija en el negocio del porno;  la portera cotilla……. Por no mencionar la colección de maricones politoxicómanos que pueblan la tripulación de la  aeronave) ……. Y yo me pregunto, le hace gracia –a estas alturas de la película- a alguien la colección de despropósitos   que componen “Los amantes pasajeros?  Desde luego en la sala yo no oí ni una risa, y la gente que asiste a sus películas espera poder reírse. Qué, si no, espera la  gente de una película de Almodóvar? 
Si esto es lo más exportable del cine patrio, no me sorprende que algunos piensen   por ahí  que las españolas vestimos peineta y los hombres se clasifican en toreros o maricas.
Mala, francamente mala y de mal gusto. A mí ya  todo me parece patético, bochornoso, de vergüenza ajena en su cine. Espero que sepa cambiar de registro y reinventarse. …….. Yo, de seguir por estos derroteros,  me borro  definitivamente de la lista de potenciales espectadores. Nunca más.
Alicia dixit.



lunes, 18 de marzo de 2013


ANNA KARENINA
DE
JOE WRIGT

         Desde este Blog he mantenido recurrentemente que cada expresión artística tiene sus cualidades y ofrece diferentes capacidades narrativas. Es complejo trasladar estas capacidades de un arte a otro. La película de Anna Karenina es uno de los máximos exponentes de esta dificultad. El intento de adaptación cinematográfica de esta grandiosa novela no es más que un tremendo fracaso.
         El director utiliza el truco de narrarnos la historia en formato teatral lo que genera aún más confusión. Resulta que el original es una obra maestra de la literatura, de la misma el director pretende hacer una adaptación cinematográfica y para resolver esto, le añade otro obstáculo, consistente en desarrollarla como si de una obra de teatro se tratara. Una de dos, o el director tiene un ego muy desarrollado y cree poseer la capacidad de trabajar con tres técnicas narrativas (literatura, teatro y cine) o como no sabía cómo resolver el lío inicial en el que se había metido -adaptación cinematográfica de una obra cumbre de la literatura universal- ha decidido complicarlo hasta lo inverosímil para que, de esta manera, el espectador se distrajera y fuese benévolo con el resultado.
         Finalmente resulta un folletín de amor más propio de las novelas radiofónicas españolas de los 60 del tipo, nuestro amor es imposible nuestros padres no nos dejan……... Olvidándose por completo de lo que realmente el genial Tolstoi nos mostró de manera impecable en su libro, que debía ser de obligada lectura, junto a otras, para todos los estudiantes universitarios fuese cual fuesen los estudios que realizasen. La película no profundiza en las tribulaciones psicológicas que atenazan hasta la destrucción a Anna Karenina. Tampoco refleja la feroz crítica que León Tolstoi hace de la aristocracia rusa durante el largo periodo previo a la revolución de 1917. Igualmente se olvida de las reflexiones sobre la economía agraria que realiza Tolstoi a lo largo de su genial obra, no hace falta mencionar la importancia del sector primario ruso en ese momento de la historia de ese país.  
         Por no acertar ni tan siquiera acierta con los personajes. Todos ellos mantienen un fenotipo plenamente sajón cuando la historia se desarrolla en la Rusia. Aaron Taylon Johson (Vronsky) más parece un maniquí que el oficial arrogante y pendenciero que consigue cazar la pieza más preciada del momento. Keira Knightley, a la que hay que reconocer su belleza, no se corresponde, ni por asomo con el cánon de belleza del momento en el que se desarrolla la historia y además resulta envarada en un personaje que confunde y que no ha sabido identificar. Jude Law (Karenin) ni siquiera se aproxima al papel de marido representante de la alta burocracia imperial al que el abandono de su mujer le destroza su particular sentido de la jerarquía y de la organización social sobre el que en ese momento histórico se configuraba la sociedad rusa. Por último, Domhadall Gleeson que encara el papel de Levin (personaje autobiográfico de León Tolstoi, en la novela) más parece un explorador del lejano oeste que un aristócrata terrateniente ruso, que con una gran dosis de sagacidad consigue hacernos sentir hacia dónde caminaba la aristocracia rusa del momento y la importancia que el mundo rural tuvo, y  el que tendría en el devenir de la historia de Rusia. Podría continuar pero creo que es suficiente. Me evito comentar la adaptación, que el director realiza, del capítulo de la carrera de caballos.
         Esta película no es un intento fallido, es algo más grave, es la viva demostración de la dificultad de adaptar una obra literaria (un arte con reglas de expresión propias) al cine y la arrogancia del director, que después del éxito de su adaptación de la novela “Orgullo y prejuicio”, se ha creído capaz de hacerlo.
Germán.

domingo, 17 de marzo de 2013


EL LADO BUENO DE LAS COSAS
DE
DAVID O. RUSELL

         He dejado pasar algo más de tiempo del habitual desde que ví la película para escribir este post, porque no quería que mi indignación, cuando salí del cine, contagiara lo que iba a escribir. Después de varias semanas y transcurrido un lapso razonable de tiempo sigo igual de irritado, sobre todo porque es habitual que me relacione con otros amantes del séptimo arte, lo que hace inevitable la pregunta ¿Qué película has visto últimamente? Y en ese mismo momento se apodera de mí una sensación de arrebato que difícilmente controlo y me lanzo a explicar mi visión sobre este film. Una tomadura de pelo y no están los precios del cine como para que se queden con uno.
         Lo que yo he visto, quizás otros hayan percibido cosas que a mí se me han escapado, es una historia deslavazada, sin hilo narrativo y llena de tópicos. El catálogo de estos últimos es bastante completo,  desde el negro simpático pasando por el policía de obediencia ciega, continuando por un psiquiatra que necesita un colega de apoyo, una supuesta historia de amor que no terminas de distinguir si es cómica o dramática, un final “Dirty dancing” patético y para rematar este disparate buscan y consiguen el apoyo incondicional de un Robert de Niro con sus ya más que vistos tics que causan cada vez más rechazo en el espectador.
         A día de hoy, todavía no sé si el director nos quiere mostrar la historia de la solución a un desengaño amoroso, cuernos incluidos, of course, que se resuelve con un nuevo amor, todo ello enmarcado en un transfondo de graves problemas psicológicos consecuencia del mencionado desengaño o que la sociedad americana está enferma en su totalidad y cada personaje refleja una parte del catálogo de chifladuras que forman parte de su cultura. Realmente, lo que pienso es que no nos quiere decir nada sino que ha escrito un guión infumable y ha conseguido dos cosas, por un lado que los productores se lo compren y por otro que crítica y público lo consideren una buena película. Tiene mérito este señor.
         No puedo terminar este Post sin mencionar que, aún a pesar de ser un fiel seguidor de los Oscars, voy a tener que empezar a relativizar mi criterio acerca de los mismos. Esto último no es en sí mismo relevante sino que lo realmente importante es empezar a descubrir que lo que tienen en mente los académicos de estos premios cada día se aleja más de mis conceptos sobre el cine y todo lo que representa. El grave significado de esto es que voy a tener que darle la razón a demasiada gente, y eso duele después de tantos años manteniendo mi irreductible posición.
Germán.