MI
FAMILIA ITALIANA (LATIN LOVER)
DE
CRISTINA
COMENCINI
Los efectos de la canícula han causado estragos en mi olfato
cinematográfico este verano. Por ello, y
porque mi mayor deseo al ir al cine ha
sido el de encontrarme con cualquier refrescante y desenfadada comedia me
decidí por “Mi familia italiana”. No
buscaba nada sofisticado, ni sesudo, ni denso. Ni dramático, ni trágico, ni scary, que para eso ya tenemos bastante con las noticias diarias. Me valía cualquier cosa liviana y divertida
para pasar una tarde de verano al frescor del aire acondicionado (muy
acondicionado, en general) de las salas
de cine. Y por eso esta fue una opción a considerar. El visionado del tráiler
con ocasión de una anterior visita al cine, me llamó la atención sobre una
película, que en otras circunstancias me habría pasado del todo inadvertida.
Y sí, tal como era de
esperar, es una comedia intrascendente,
sin pretensiones y lamentablemente, sin gracia.
En torno a la muerte (la
celebración del décimo aniversario de la defunción, mejor dicho) de Saverio Crispo, insigne galán del cine italiano y reconocido
mujeriego, se congregan en su pueblo los hijos dispersos del
fallecido latin lover, algunas de sus ex, y un viejo compañero y amigo que resulta haber sido algo más que eso.
Reunión en la que además de glosarse el
pasado glorioso del ausente, se pasa
revista a múltiples episodios de su vida
y brotan los conflictos familiares como
prende la yesca al menor contacto con el fuego. Saltan a la palestra envidias, rivalidades,
conflictos latentes, rencillas, viejas querellas, líos de faldas y
descubrimientos sorprendentes. Todos los enredos previsibles se producen como
consecuencia del encuentro de las ramas italiana, española, nórdica y americana
de la familia del difunto. Historias que se entrecruzan en un vaivén incesante
de flash-backs donde se nos presenta al famoso personaje, para, finalmente, dejar caer el mito de apasionado
amante que lo acompañó, por el
descubrimiento de una ya sospechada, si no conocida por muchos, culminada homosexualidad.
Pues bien, nada hay de reseñable en la película, salvo que se ha
desperdiciado una historia que podría haber proporcionado buenos momentos al
espectador, si se hubiera sabido aprovechar la idea original, que no siendo en nada original, sí ofrecía muchas posibilidades.
Desconocía a su directora,
Cristina Comencini, antes de ver la película, y sigo igual después de verla,
porque nada me aclara de cuáles sean sus intenciones al colocarse tras la
cámara salvo las noticias sobre su notoria falta de gracejo. La
película solo se sustenta en el buen trabajo de los actores, yo diría que de la
mayoría, incluidos los del elenco
español. Mágnifica está la recientemente fallecida Virna Lisi, que sin duda, en
uno de sus últimos trabajos, da muestras de su gran clase como actriz de raza,
además de lucir espléndida como mujer. Dándole la réplica, por el lado español
Marisa Paredes está correcta. Pero espectacularmente espontánea, como es
habitual en ella, está la excelente Candela Peña, que interpreta su papel con un
desparpajo tal que siempre te hace dudar
si está actuando o está ejerciendo de sí misma.
Bien Lluís Homar y Jordi Mollá, al que hacía tiempo que había perdido la
pista (debe andar haciendo las américas, desconozco con cuánto éxito). Y con la presencia de Valeria Bruni Tedeschi,
hermana de la ex primera dama francesa,
a la que no había tenido oportunidad de ver con anterioridad y que está irreprochable en
su papel.
En fin, que esta película no ha dejado huella alguna en mí. Y en estos
casos renuncio a escribir la reseña para que no se me tache de exigente, pejigueras
y hasta de un tanto desaboría –de picky
como dirían los anglosajones- pero dado
que me he tropezado en el fondo de mi bolso con la entrada del cine y aprovechando una pausa laboral, he decidido
saltarme mis principios a la torera. Eso sí, lo hago mecánicamente,
sin ningún entusiasmo, con la misma
frialdad con la que salí del cine el día de autos, por efecto de la película y
del aire acondicionado.
Que si me entretuvo?
Supongo que sí, pero siendo ésta razón
necesaria, nunca es suficiente para hacerme ir al cine. Porque entretenerme, entretenerme, también me
entretiene el Pasapalabra………
Como eximente diré que
estábamos a 40º y quería echarme unas risas a toda costa. Ya me tomaré la revancha…….
Alicia dixit